¿10 años de normalización de la Medicina de Familia?
Cuando se cumplían 20 años de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria en España, nació un Decreto llamado a normalizar la situación de la Medicina de Familia. Sin embargo, si por "normalizar" debemos entender una medicina de familia unida y consolidada, entonces, diez años después, podemos afirmar que el sueño aún no se ha hecho realidad. Lo ha impedido la compleja y dura realidad de nuestra Atención Primaria.
En este año de aniversarios, en que algunas voces cuestionan la validez y vigencia de este Decreto, no está de más un análisis riguroso de los fundamentos y consecuencias de la norma; parece oportuno hacer un balance de lo que ha dado de sí y discutir cuáles deben ser las pautas futuras.
El Real Decreto 1753/1998 sobre el acceso excepcional al título de Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y sobre el ejercicio de la Medicina de Familia en el Sistema Nacional de Salud surge en un momento en el que las distintas medidas que desde la creación de la especialidad fueron ideadas para acceder extraordinariamente a la titulación oficial se mostraron inútiles para integrar a todos los médicos generales que desempeñaban funciones en el Sistema Nacional de Salud.
A partir del año 1998, se abría una vía alternativa para obtener el título de especialista en Medicina Familiar y Comunitaria a aquellos profesionales que hubieran terminado la carrera antes de 1995 si lo solicitaban antes del 31 de diciembre del año 2007, habiendo demostrado un mínimo de 5 años de trabajo efectivo como médico de familia, completado un curso de 300 horas de formación continuada en materias relacionadas con el perfil profesional del médico de familia, y tras superar una prueba objetiva de evaluación de competencias que, posteriormente, se decidió tuviera un formato estructurado (ECOE = Evaluación Clínica Objetiva Estructurada).
Pero no se trataba únicamente de una cuestión relativa a cómo obtener la titulación. Independientemente de la vía para su obtención, nunca habría de valorarse el título en los baremos, pero sí de forma específica la formación MIR. Y además debe hacerse con una puntuación que compense debidamente el hecho de que a los especialistas vía MIR no les cuenta el tiempo trabajado y sí a los titulados por la vía excepcional. Por este motivo y para respetar que los valores de igualdad, mérito y capacidad se reconozcan en el acceso a la oferta de empleo, la especialidad vía MIR debe representar una puntuación en los baremos de procesos selectivos siempre superior a los 5 años, y que en este caso se cifró en un tiempo equivalente a 6-8 años de tiempo trabajado, no por azar ni de forma arbitraria. Obtendríamos la cifra en cuestión si sumamos a los años de trabajo como MIR el tiempo dedicado a atención continuada (más de 1000 horas al año) y las horas obligatorias de formación (300).
Sin embargo, esta norma adquiere un significado especial al regular un aspecto capital: la denominación común de Médico de Familia para todos los profesionales del sistema nacional de salud que ejercen con este perfil. Es lógico dado que no sólo está aceptado así en el ámbito internacional, sino que además es la más ajustada a nuestra práctica y contexto de trabajo.
¿Qué ha pasado desde entonces?
En los últimos 10 años las Comunidades Autónomas han ido asumiendo gradualmente los contenidos del Decreto... pero no todas: semFYC ha interpuesto numerosas apelaciones y recursos contra convocatorias de procesos selectivos desde 1998, entre ellos, los de Aragón 2000, Asturias 2001, Extremadura 2001, Comunidad Valenciana 2002, Euskadi 2002 y 2006, Islas Baleares 2006, Galicia 2006, Castilla-La Mancha 2006 o Castilla y León 2006.
Faltaba un análisis riguroso que determinara el grado de aplicación real del Decreto en cuanto a la baremación de la especialidad en los procesos selectivos y llegó, el pasado otoño, de la mano de la Sección de Jóvenes Médicos de Familia de la semFYC. El resultado es que comunidades, como Canarias, Galicia y Madrid, y gerencias territoriales, como la de Melilla, siguen sin aplicar la puntuación de los especialistas vía MIR, que recoge el Decreto en sus baremos de bolsas de empleo temporal.
En estos años, de los casi 6000 médicos que ya se han presentado han obtenido la titulación por la vía excepcional en torno al 97 % (pendientes de la resolución de este año). Con el fin de mejorar su formación, muchos se presentaron al MIR dejando empleos estables y sacrificando parte del sueldo. Para estos últimos es evidente que no reconocer lo que el Decreto marca supondría un trato discriminatorio sin precedentes.
¿Cuál es nuestra apuesta para el futuro?
Apostamos sin duda por la normalización de la Medicina de Familia, entendida no sólo como el proceso de "poner en orden lo que no estaba", sino también como "ajuste a la norma" (acepciones ambas de la definición que hace la Real Academia Española de la Lengua). Ambas cuestiones pasan por el cumplimiento del Real Decreto 1753/98 y los acuerdos del Consejo Interterritorial de julio de 1997; acuerdo suscrito públicamente por las organizaciones que mayoritariamente representan al colectivo al que la semFYC seguirá defendiendo; lo haremos porque es una herramienta básica para conseguir armonizar las distintas visiones y sensibilidades que cohabitan en la Medicina de Familia, y colaboraremos para que en el futuro todos los profesionales sean reconocidos por su papel dentro del sistema sanitario público.
Apostamos por la vía excepcional de acceso a la titulación, porque incorpora a la especialidad a cientos de Médicos de Familia, cuya tarea en una época difícil, años 80 y 90, contribuyó a cimentar el sistema sanitario a base de mucho sacrificio e ilusión. Por eso defendemos el programa formativo MIR. Es necesario también respetar esta parte del Decreto que valora esta vía como formación especializada de reconocido prestigio. No hacerlo sería minusvalorar el método de formación que van a elegir las próximas generaciones de Médicos de Familia y en consecuencia limitar su futuro laboral al tiempo que desacreditaría el valor del sistema MIR y a las instituciones y personas que han levantado la formación especializada hasta alcanzar los niveles de calidad y respeto internacional que atesora.
Nuestra apuesta por el MIR de Medicina de Familia va más allá de su utilidad para marcar la formación especializada: debe ser la "hoja de ruta" de los futuros especialistas, sea cual sea la vía. Y para los que ya lo son, es un estímulo para mejorar día a día. En definitiva, debe ser el programa de "todos" los Médicos de Familia.
Por último, es imprescindible que los procesos selectivos sean cada vez más regulares y con el mayor número de plazas posible para así estabilizar la práctica del médico de familia y fidelizar a nuestros médicos. De ese modo dispondríamos de una Medicina de Familia fuerte, dinámica, atenta a los nuevos problemas y desafíos de la atención primaria y capaz de mejorar el nivel asistencial y la calidad de vida de nuestros pacientes.
La semFYC seguirá apostando por el Decreto y todo lo que representa. Por eso es nuestro deseo que todos aquellos que confiaron en él como herramienta para mejorar nuestra Atención Primaria mantengan su apoyo sin restricciones.
Enrique Gavilán. Sección de Jóvenes Médicos de Familia de la semFYC
José Antonio Prados. Vicepresidente de la semFYC
Tribuna libre publicada en Diario Médico el 16 de Mayo de 2008.