Ser médico de familia
Hace apenas cuatro años se aprobó el nuevo programa de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, orientado a innovar el proceso de aprendizaje y a proporcionar a los futuros médicos de familia el perfil profesional adecuado para el desarrollo de las competencias de la especialidad, generando así profesionales con una mayor capacidad para decidir y resolver. Orientado a ofrecer también más y mejores contenidos a los tutores, incrementando su labor docente en el proceso de acompañamiento de aprendizaje del residente, favoreciendo también el desarrollo como médicos de familia de estas piezas claves del entorno formativo. Y orientado, además, hacia el sistema sanitario, recogiendo las directrices y los caminos que ayudan a dirigir nuestras actuaciones hacia la atención a la salud en el marco de la mayor evidencia científica. Durante este tiempo, su metodología ha sido referida en múltiples ocasiones desde los ámbitos académicos y sanitarios; otras especialidades médicas lo han recogido con interés para el diseño de sus propios programas y, a petición de la Organización Mundial de la Salud, ha sido traducido al inglés y al ruso para que sea conocido en otras tierras. El nuevo programa lo tenemos a mano en www.semfyc.es, en el apartado “La Medicina de Familia”. Pero lo más importante, qué duda cabe, está siendo su aplicación, con una primera promoción de futuros especialistas que próximamente iniciaran el cuarto año de su formación como tales.
Hoy asistimos a un momento interesante y crucial para el futuro de las especialidades médicas y su ordenación en el sistema sanitario. Por un lado, el trabajo de diseño del nuevo marco de especialidades a partir de la troncalidad, en virtud del desarrollo de la LOPS, se encuentra en fase avanzada con el concurso de las Comisiones Nacionales de todas las Especialidades médicas. Por otro, en el momento actual, en el que uno de los principales problemas es la falta de especialistas para los próximos años, los Servicios de Salud habrán de resolver sus necesidades de atención mediante especialistas polivalentes, bien entrenados, capaces de dar respuestas integrales a los problemas de salud de los ciudadanos desde diferentes ámbitos asistenciales.
En este contexto, desde hace algunas semanas es noticia el futuro inmediato de nuestros residentes “mayores” por las propuestas, surgidas desde algunos Servicios de Salud, de contratar residentes de cuarto año para trabajar como sustitutos de los médicos de familia en los centros de salud. Como sociedad científica hemos mostrado nuestra rotunda disconformidad con esta medida. De ponerse en marcha, la primera promoción de especialistas que se forma en el nuevo programa de la especialidad, sobre la base de las competencias de la Medicina Familiar y Comunitaria y de los sistemas de evaluación formativa que fomentan la adquisición de los valores y principios de la Medicina de Familia y de la Atención Primaria, podría morir antes de nacer. Porque, más allá de las trabas legales que sin duda existen y que deberían impedir su aplicación, quedarán afectados muchos de los objetivos del programa de la especialidad y del aprendizaje de los contenidos y habilidades previstos para este cuarto año, imprescindibles para la adecuada capacitación.
Y, sobre todo, se hace patente y necesario que desde el ministerio de sanidad y desde las comunidades autónomas se realice una planificación firme y decidida, no sólo de cara a cubrir suplencias, interinidades o contratos eventuales; también con visión a largo plazo, apostando por un compromiso presupuestario que mejore las condiciones de resolutividad, sobrecarga y precariedad en Atención Primaria, implementando estrategias formativas y laborales que, ya desde el pregrado, se orienten hacia el desarrollo profesional así como hacia la incorporación adecuada al mercado de trabajo de los especialistas. En suma, ofrecer estabilidad laboral y fidelizar al joven médico de familia, promoviendo que nuestro país sea atractivo para la profesión médica y evitando la fuga de especialistas a otros destinos.
Los residentes, que ven cómo una cuarta parte de su aprendizaje puede desaparecer de la especialidad y desvanecerse el concepto de tutorización, han dicho que no basta con hacer de médico de familia, sino que hay que ser médico de familia. Nos están diciendo que quieren, que necesitan, completar su formación especializada y que no están dispuestos a renunciar a una parte de ella. Pero estoy convencido que de sus palabras, además, se desprende un firme convencimiento de que para ser médico de familia hay que apostar fuerte, hay que adquirir compromisos y hay que prepararse para que el motor profesional que nos mueva sea encontrar cada día nuevas respuestas a las preguntas que genera el reto de mejorar la salud de las personas. Y, además, los que van a ser R4 nos están diciendo que, para alcanzar todo esto, ellos, como residentes, se mantienen en continua alerta, activos y ocupados en mejorar su labor. Al menos, vosotros, apreciados residentes, lo tenéis claro.
Luis Aguilera García
Presidente de la semFYC
( Este texto ha sido publicado como Editorial en la revista Gaceta de semFYC, nº 122, febrero 2008)