Sin malos humos por favor
Uno y otros nos han llenado las informaciones de cifras y porcentajes. Destacamos algunas con relación al primero, no en vano estamos en la semana del Día Mundial sin tabaco de la OMS.
Nos dice un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) que el sector de la hostelería no opta por ser espacio sin humo, ya que sólo el 10% de los bares y el 15% de los restaurantes de más de 100 metros cuadrados ha decidido cumplir la ley. “Lo quiero sin humo, por favor”, “Pues váyase a otro sitio, mire usted”.
La encuesta de la semFYC pone de manifiesto la falta de tolerancia entre fumadores y no fumadores. Un 63,5 % de los primeros piensa que no se debería prohibir fumar en locales de ocio, frente al 66,1 % de los segundos que piensan que sí. Además, un 53,7 % de los no fumadores creen que los que fuman nunca evitan encender cigarros en lugares cerrados en presencia de gente que no fuma, y sólo el 41,6% de los fumadores admite que nunca lo enciende en esta circunstancia.
“Sin malos humos, por favor” (también en política electoral es lo más saludable). Con una ley acertada pero poco ambiciosa y con un más que discreto apoyo por parte de las administraciones sanitarias para su cumplimiento, camino queda hasta la recomendación del Libro Verde de Espacios sin Humo en Europa que recomienda restricción total al consumo de tabaco en lugares cerrados independientemente de su extensión.
Y a pesar de todo, lo más importante: nosotros, ellos, los fumadores, sabemos, saben, que no estamos, están, solos. Que somos, que son, capaces. Inténtalo.