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Uno de cada tres errores clínicos es por problemas asociados a los medicamentos

Uno de cada tres errores clínicos es por problemas asociados a los medicamentos

Fecha de publicación: 08 de noviembre de 2007

Una manera de mejorar dicha seguridad pasa por conocer de qué modo el médico percibe y afronta los errores clínicos y acontecimientos adversos. La seguridad del paciente y cómo prevenir los errores clínicos es unos de los temas que se abordan en el marco del XXVII Congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) que estos días se celebra en el Centro de Congresos de Valladolid (Institución Ferial de Castilla y León) de Valladolid bajo la organización de la Sociedad Castellano Leonesa de Medicina de Familia y Comunitaria (socalemfyc).

La fatiga, la falta de tiempo, las exigencias por parte de los pacientes y la forma de organizar el trabajo son algunos de los factores que incrementan el riesgo de cometer errores. Según el doctor Francesc Borrell-Carrió, moderador de la mesa y fundador  del Grupo de Comunicación y Salud de semFYC, “la seguridad del paciente es una prioridad para el Sistema Nacional de Salud, pero también es un reto para los médicos. Es imprescindible conocer la opinión de los expertos y de ese modo identificar estrategias que redunden, en última instancia, en la seguridad clínica de los ciudadanos”.

Para este experto, la forma de organizar el trabajo en cuanto a hábitos, métodos e instrumentos establecidos en cada empresa son los aspectos que, según los estudios disponibles, más influyen en los errores clínicos. “En el caso concreto de la Atención Primaria -añade-, aproximadamente el 30% de los errores podrían estar causados por la prescripción farmacológica, ya sea por interacciones entre fármacos, entre los fármacos y enfermedades del propio paciente, por la posología, por el tipo de medicamento o por el tiempo de tratamiento, todo ello agravado en las dos edades extremas: pediatría y ancianos mayores de 80 años.

En estos casos el factor tiempo resulta variable: en tanto que algunos médicos precisan 15 minutos por paciente, otros se acomodan a medias inferiores, y precisan de cierta tensión, para que todos sus hábitos se desarrollen de forma óptima. Sin embargo menos de 10 minutos está demostrado que disminuye la satisfacción del paciente y la calidad de las tareas realizadas por el médico. Otro parámetro de interés es cuan seguro se nota el médico en su actividad. Los médicos “hiperseguros” también declaran equivocarse menos, y ello puede ser verdad, o puede ser debido a una menor sensibilidad a sus propios errores, es, pude deberse a que no son tan críticos como el resto de colegas.

De hecho, por nuestra experiencia, la seguridad absoluta en el profesional no es lo ideal porque significa que realiza su trabajo con un escaso nivel de alerta frente a los errores clínicos. Es una hipótesis pero parece que la cultura del error pide siempre un cierto grado de alerta”.

Tecnología que ayuda a prevenir los errores
En los últimos años se están desarrollando diferentes tecnologías que ayudan a prevenir este tipo de errores. “Hay que tener en cuenta”, explica el doctor Borell-Carrió, “factores como el diseño de los puestos de trabajo, la planificación de un trabajo, la preparación de las personas que lo van a desempeñar, las situaciones concretas y contextuales en las que se va a realizar la actividad clínica y finalmente la evaluación de todo ello. Acaba de complicarlo todo las mejoras constantes que se producen en los procesos clínicos, porque lo que valía hace 10 años ya no sirve en la actualidad”.

Estas consideraciones afectan en primer lugar a cómo se difunden las guías y protocolos clínicos. En segundo lugar, las condiciones de ergonomía cognitiva para asimilar la información de cada uno de los pacientes, lo que requiere Historias Clínicas electrónicas adaptadas a la psicología humana, y que facilite una lectura integrada e integradora, algo que hoy en día esta muy lejos de ocurrir. También influye la formación y capacitación del profesional. “Aquí entrarían las pruebas objetivas de evaluación de la competencia clínica, las ECOEs, y el desarrollo profesional.

En definitiva, se trataría del desarrollo armónico de competencias muy ligadas al perfil que desempeña ese profesional en un determinado equipo de trabajo. Una persona sola por muy buen clínico que sea es incapaz de hacer frente a los retos actuales donde la asistencia cada vez es más compleja”, comenta este experto.

Finalmente, una empresa especializada en calidad y seguridad clínica puede certificar que un determinado departamento, equipo o centro de salud cumple con unas condiciones básicas en seguridad clínica. Estos certificados de calidad hoy en día no abarcan la Seguridad Clínica, una laguna que rápidamente se está corrigiendo en EE.UU.

Los médicos jóvenes asumen más fácilmente el error
En general los médicos más jóvenes están más predispuestos a los cambios, como por ejemplo el uso de nuevas tecnologías. “Para ellos”, afirma el doctor Borrell-Carrió, “la cultura del error es más fácil de asumir que para un médico de más años. Sin embargo, el médico con más experiencia suele percibir más el peligro que el joven. Yo siempre hablo de las edades del profesional.

Cuando se acaba la residencia, el profesional confía mucho en sus habilidades, cree que está muy capacitado y a veces infravalora las quejas del paciente e incluso puede tender a estereotipar y considerarle como un quejica. Cuando el clínico tiene más experiencia en el error es un poco más desconfiado de si mismo y, por lo tanto, más precavido. Juzga la información que le da el paciente por sí misma, separándola del perfil de personalidad del paciente”.

Mayor riesgo de error
El médico de familia lleva a cabo distintas formas de atención sanitaria, que van desde la asistencia al paciente, pasando por la atención al paciente crónico y la atención domiciliaria, hasta la medicina paliativa y la preventiva. “Todas ellas”, afirma el doctor Borrell-Carrió, “tienen patrones de errores característicos. Por ejemplo, en la medicina aguda se dan toda una serie de perfiles de paciente en los que los errores pueden ser más o menos importantes, como los que denominamos agujeros negros en el diagnóstico; enfermos con patologías que no están de moda o para las que no existen tratamientos específicos.

En los pacientes crónicos, el mayor riesgo está en la complejidad que suponen los medicamentos que toman junto a no realizar procedimientos que están estandarizados porque son enfermos que en muchos casos tienen varias patologías. En medicina preventiva también hay errores tanto por no realizar como por realizar pruebas en exceso. Ejemplo de ello es la polémica que existe actualmente alrededor del PSA en personas con cáncer de próstata. Algunos expertos son contrarios a realizarlo, ya que se somete a procedimientos agresivos a pacientes que tienen el tumor localizado.

En muchos casos ni siquiera llegan a desarrollar el cáncer y no van a morir a causa de él, pero una intervención excesiva conduce casi siempre a una impotencia sexual. En medicina paliativa pueden darse errores de comunicación, de interacción para dar una mala noticia, para relacionarse con la familia, etc”.

Estudio en centros de salud de Cataluña

Una encuesta que se llevó a cabo con 238 médicos que trabajaban en centros de salud de Cataluña concluye que un tercio de los médicos españoles afirma no haber vivido ningún error clínico. Un 28% de los médicos no admite ningún error clínico importante en su ejercicio profesional. “Un 28% es una cifra que demuestra una falta de visión realista o, lo que es más probable, un miedo a reconocer el error que tiene su origen en una cultura de la culpa que no debería tener cabida en un marco de relación médico-paciente más interesado en prevenir o reparar que en castigar los errores clínicos, sin que eso signifique pasar por alto nuestras responsabilidades profesionales”, aclara el doctor Borrell.

Para llevar a cabo esta investigación se encuestó a 238 médicos que trabajan en áreas de salud de Cataluña. Los resultados muestran que los facultativos admiten cometer una media de 10,6 acontecimientos adversos al año. El efecto adverso hace referencia a cualquier evento que además incluya una reacción a un producto que el profesional no tenga por que saber. El 37% de los problemas era por efectos secundarios de los fármacos y un 33% por el retraso en el diagnóstico ante la sospecha de una enfermedad grave. “Estos datos sugieren que hay un reto organizativo que debemos afrontar para lograr, por un lado, que se agilicen las exploraciones a pacientes de los que sospechemos que puedan tener una patología grave, y por otro, que mejoren las ayudas a la prescripción en pacientes polimedicados y con enfermedades crónicas”, comenta el doctor Borrell.