
Deprescripción y Desmedicalización: un enfoque integral para la salud
En el ámbito de la salud, dos conceptos emergen últimamente con fuerza: la deprescripción y la desmedicalización. Ambos buscan optimizar el bienestar de los pacientes, pero desde enfoques distintos y complementarios.
Diferencias fundamentales
Según Óscar Esteban, coordinador del grupo de trabajo de Utilización de Fármacos de la semFYC, “deprescripción se refiere a la revisión y ajuste del plan terapéutico con el objetivo de retirar medicación innecesaria. Este proceso es especialmente relevante en pacientes de edad avanzada y requiere una estrategia adecuada para minimizar riesgos y maximizar beneficios”.
Por otro lado, “desmedicalización implica evitar que cualquier acto de salud requiera intervención médica o farmacológica. Promueve hábitos saludables como una dieta adecuada, realizar ejercicio de manera regular y actividades de socialización, o el abandono del tabaco y otras sustancias nocivas, para prevenir enfermedades cardiovasculares, sobrepeso-obesidad-diabetes, y otras patologías crónicas. Además, busca no medicalizar situaciones normales de la vida como el duelo, el desempleo, el embarazo o la menopausia, a menos que cumplan criterios específicos de alarma”, explica Esteban.
Objetivos y beneficios de la Deprescripción
La deprescripción tiene múltiples objetivos, entre ellos:
- Disminuir la polimedicación: reducir el número de medicamentos que un paciente toma para minimizar riesgos.
- Adecuar tratamientos a necesidades actuales: ajustar la medicación según la función renal/hepática y las demandas del paciente.
- Evitar medicación inapropiada: prevenir reacciones adversas y reducir el gasto farmacéutico.
Los beneficios para los pacientes son significativos, ya que “el número de fármacos que un paciente toma es un potente predictor de riesgos. Al reducir la medicación innecesaria, se disminuyen estos riesgos y se mejora la calidad de vida”, añade el médico de familia Óscar Esteban.
Criterios y grupos beneficiados
En este sentido, “cualquier momento es perfecto para deprescribir”, afirma Esteban. Para ello, las y los profesionales de familia utilizan diversos criterios para decidir cuándo es oportuno, siendo los pacientes polimedicados y frágiles los más beneficiados, entendiendo específicamente como principales candidatos a este proceso los ancianos frágiles, personas con enfermedades neurodegenerativas avanzadas y pacientes en fase terminal.
Formación y recursos necesarios
Según Óscar Esteban “primero de todo es importante conocer qué es la deprescripción y asumir que un medicamento, por muy importante que sea, puede ser que en un momento o situación concreta puede no serlo tanto o hasta ser contraproducente, por lo que puede acabar siendo retirado”.
Para llevar a cabo la deprescripción de manera efectiva, los médicos necesitan formación continua y recursos adecuados. Esto incluye “basarse en las fichas técnicas de los medicamentos que el paciente tiene preescritos para valorar periódicamente si sigue manteniendo la indicación, si puede tolerarlo o si el quiere seguir tomándolo”, añade el médico de familia.
Así mismo, también ayuda conocer los criterios estandarizados de prescripción inadecuada, tanto los explícitos basados en listados de criterios (Beers, STOPP/START, IPET, PRISCUS, MARC etc.), como los implícitos basados en juicios clínicos (MAI). Y al mismo tiempo, utilizar herramientas informáticas que faciliten la toma de decisiones.
Desafíos y Soluciones
Según el coordinador del grupo de trabajo de Utilización de Medicamentos de la semFYC, el proceso de deprescripción enfrenta varios desafíos:
- Tiempo para revisión de la medicación a fondo y explicación de los cambios a los pacientes: es necesario ajustar las agendas médicas y los cupos.
- Falta de coordinación entre niveles asistenciales: es indispensable mejorar la comunicación y advertencias de los cambios de medicación entre la Atención Primaria y la Hospitalaria.
- Formación insuficiente: es imprescindible incrementar la formación sobre criterios y procedimientos.
Miedo a eventos adversos: es aconsejable seguir guías y recomendaciones para minimizar riesgos.
Por último, Óscar Esteban destaca la importancia de que “la toma de decisiones sea compartida con el paciente y la familia, como apoyo a la deprescrición”.
Implicación de todas las especialidades
De igual forma, la deprescripción no es solo responsabilidad del médico de familia. Enfermería, farmacia, y otros especialistas, tanto de la Atención Primaria como la Hospitalaria deben colaborar para impulsar este proceso, asegurando un enfoque integral y coordinado.
Sobre el uso de las Benzodiacepinas en Atención Primaria
En cuanto al uso de benzodiacepinas, “España lidera el consumo mundial de estos fármacos, y el abordaje de este problema es una prioridad. Su uso se había estabilizado, pero volvió a incrementarse tras la pandemia, tal y como demuestran los datos de consumo que publica la Agencia Española del Medicamento (AEMPS). Según el informe, en 2023 parece haber descendido el consumo, pero hará falta confirmar si esta tendencia se mantiene en los próximos años”, advierte Óscar Esteban. “La deshabituación es posible, pero requiere disponer de tiempo en la consulta y programar múltiples citas para el seguimiento del paciente”, añade el médico de familia. Pero lo cierto es que actualmente, no hay campañas específicas en algunas regiones, lo que subraya la necesidad de una mayor concienciación y recursos.
La conclusión es clara: tanto la deprescripción como la desmedicalización son estrategias esenciales para mejorar la salud pública, pero para desarrollarlas se requiere de un enfoque multidisciplinario y una formación continua para los profesionales de la salud. Pero sin duda, adoptar estas prácticas puede ayudar a lograr una atención más segura, efectiva y centrada en el paciente.