Grupo de Trabajo Salud Basada en Emociones: Nuestra razón de ser
"Cualquiera puede enfadarse, esto es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso ciertamente no resulta tan sencillo"
Con esta frase de Aristóteles comienza Daniel Goleman su Best Seller "Inteligencia Emocional". Con independencia de la consideración que cada uno pueda dar a la calidad de esta obra, hay algo que nadie puede negar de Goleman y es que ha hecho tremendamente popular este término: La Inteligencia Emocional.
Hasta no hace mucho tiempo todos hemos tenido muy clara la importancia de la inteligencia racional como elemento clave para comprender un concepto, aprobar un examen o lograr cualquier cosa necesaria para prosperar en la vida. Sin embargo cuando echamos la vista atrás y analizamos a las personas que realmente han alcanzado el éxito en cualquier faceta de su existencia pronto averiguamos que no, efectivamente sólo con los conocimientos propios de la inteligencia racional no es suficiente.
Es necesario comprender el papel que juega la vida emocional en toda nuestra existencia. Y con la salud no podía ser menos. Todos sabemos que las emociones mal gestionadas tienen efectos sobre ella: El estrés sin ir más lejos, con apenas leer un poco sobre su neurofisiología podemos ver cómo influye en nuestros sistemas inmunitario, endocrino y cardiovascular. Por no hablar de otras emociones como la ira descontrolada que es capaz de acelerar nuestros latidos cardiacos y disparar la tensión arterial hasta límites cercanos a lo peligroso.
La comprensión del papel que juega el mundo emocional sobre nuestra salud es algo que de alguna forma siempre hemos sabido, aunque en muchos casos no podamos medirlo con los mismos instrumentos de la medicina basada en la evidencia, entre otras razones porque no contamos con parámetros que hagan cuantificable la vivencia emocional de cada persona.
A pesar de todo ello existen muchas cosas de nuestras emociones que sí sabemos, por ejemplo: sabemos que cada una de las emociones tiene una razón de ser, una justificación que si gestionamos adecuadamente podría ahorrar muchas enfermedades orgánicas y muchos problemas en nuestras relaciones con los demás. Desde el miedo a la ira pasando por la alegría, la tristeza o la repugnancia, todas y cada una de nuestras emociones nos dicen algo y nos aportan información útil para nuestra supervivencia.
Otro aspecto importante es conocer que nuestras emociones son contagiosas. Cuando un profesional de la salud está continuamente percibiendo dolor, desconsuelo y problemas en las personas con las que trabaja, esto puede afectarle personalmente. De alguna manera estos estados emocionales dejan huella en él. Una vez un compañero escribía: “Hoy he llegado a casa cargado. Me siento contaminado por el dolor de mis pacientes, por sus soledades... por sus sentimientos de incomprensión y de inutilidad”. No es sólo el trayecto laboral de una jornada como le puede suceder a cualquier trabajador, a nosotros cada día nos hablan nuestros pacientes de sus dolores, sus incapacidades y sus penas. A veces podemos solucionar una parte y muchas veces no podemos hacer nada más que ser testigos. Meros “escuchadores”. Reconductores de tanta energía que se nos pega hasta los huesos y no quiere abandonarnos aunque se haya terminado la jornada laboral. A veces pienso que lo mismo que es necesario limpiarse bien las manos, debemos también aprender a limpiar nuestras emociones de toda la energía negativa con la que trabajamos. Seguro que estaría bien definir algunas pautas para la higiene emocional de los profesionales de la salud, lo mismo que para los propios pacientes y sus cuidadores.
Existe por último un aspecto más que quisiera destacar en este artículo y es la consideración que tiene el clima emocional en cualquier empresa y su relación con todas las habilidades tan valoradas hoy como el liderazgo, la empatía o la capacidad de comunicación entre las personas que compartimos la misma misión y objetivos de trabajo. En nuestro caso, casi todos los médicos de familia formamos parte de equipos y cada vez se hace más necesaria la consideración del conjunto como un ser unitario que podríamos decir supone la suma de todos los talentos de las personas que trabajan en él. Pero cuidado, esta suma a veces también sufre la adición de elementos negativos como el desánimo o la falta de motivación que terminan haciendo daño al conjunto del equipo. De nuevo ante estos elementos quiero destacar la importancia de una correcta formación e higiene emocional.
El GdT Salud Basada en Emociones acaba de comenzar su andadura en la Semfyc y tiene en aspectos como estos su razón de ser. Creemos que es necesario dotar al médico de familia y sus equipos de trabajo de los recursos necesarios basados en las competencias propias de la Inteligencia Emocional. Tener los conocimientos adecuados y contar con las herramientas oportunas no es sólo algo interesante que complementa nuestra formación yo diría que es incluso un obligación ética de la que, a estas alturas, ninguno de nosotros puede prescindir.
Javier Bris Pertíñez
Coordinador GdT Salud Basada en Emociones Semfyc