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El suicidio, primera causa de muerte no accidental en jóvenes: “Somos la primera línea en la detección y prevención de problemas de salud mental infantojuvenil’, Luz de Myotanh Vázquez

El suicidio, primera causa de muerte no accidental en jóvenes: “Somos la primera línea en la detección y prevención de problemas de salud mental infantojuvenil’, Luz de Myotanh Vázquez

Cada año, el 10 de septiembre, se celebra el Día de la Prevención del Suicidio. En 2023, casi 4.000 personas se quitaron la vida en nuestro país, según el Informe Nacional de Estadística. La situación es aún más alarmante entre los jóvenes, ya que el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte no accidental en la población infantojuvenil en España. 

Tiempo de lectura: 5 minutos
Fecha de publicación: 10 de septiembre de 2024

Según el Observatorio del Suicidio en España, la tasa de suicidio en menores de 15 años es del 0,18%, siendo más común en hombres que en mujeres. En el grupo de 15 a 29 años, la prevalencia sube al 4,47%, con una mayor incidencia en hombres (7,64%) que en mujeres (3,85%).

Frente a esta realidad, hablamos con Luz de Myotanh Vázquez, coordinadora del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la semFYC, sobre el incremento de los trastornos de salud mental en la población infantojuvenil, sus causas y el papel crucial de los médicos y médicas de familia en la detección y prevención.

En tu artículo “La salud mental infantojuvenil en Atención Primaria. El relato de este siglo”, publicado en la Revista Atención Primaria, se señala que ha habido un incremento de los trastornos de salud mental en la población infantojuvenil desde 2017. ¿Cuáles dirías que son las principales causas?

Acorde a las fuentes revisadas para dicho artículo, tenemos la ciberadicción, entendida como la adicción a redes sociales y videojuegos; el ciberacoso a través de redes sociales y la exclusión de grupos en redes sociales; y, finalmente, los trastornos de comportamiento en los que algunos jóvenes tienen intolerancia a la frustración y grandes niveles de exigencia. Esto, en parte, es debido al contexto social en el que vivimos, en el que parece que no puedes hacer nada mal; tienes que poner una sonrisa al día siguiendo la estela de “Mr. Wonderful”; la sociedad tan competitiva en la que nos movemos, en la que si tú no vales “alguien vendrá detrás porque es mejor que tú”; y, posiblemente, los modelos de crianza en los que el exceso de protección hacia la población infantojuvenil los desacredita en su desarrollo para afrontar un mundo que es más seguro que el que existía hace 40 años.

¿Qué señales tempranas de problemas de salud mental pueden identificar los médicos y médicas de familia en niños y adolescentes?

Hay muchos factores a tener en cuenta, pero por reseñar algunos que nos ofrecen información muy poderosa: el aislamiento, de repente no quieren salir ni relacionarse; el rendimiento escolar, como por ejemplo peores resultados o materias suspendidas; cambios en la forma de comer, como comer menos cantidad de comida o esconderse para comer; alteraciones en la conducta que pueden ir desde la apatía hasta tener reacciones desmesuradas, tales como gritos o malas contestaciones; el insomnio y el aspecto físico (delgadez, palidez, ojeras, pelo desaliñado…).

¿Qué señales tempranas de riesgo de suicidio deberían identificar los médicos y médicas de familia en niños y adolescentes para intervenir de manera oportuna?

Lo primero de todo es que el riesgo de suicidio en población infantil de 0 a 14 años es bajo. Según los últimos datos del INE, es del 0,18% en España y 0,12% a nivel europeo. Sin embargo, Humanium nos habla en un artículo publicado en el año 2022 que la tasa podría ser más elevada porque en las estadísticas no se contemplan los niños que viven en la calle o incluso niños huérfanos en algunos países. Pero, de 15 a 29 años merece especial atención porque el suicidio constituye la cuarta causa de muerte en este grupo etario. Hacer un diagnóstico de una conducta suicida no es fácil porque es un proceso que se va gestando y, en el caso concreto de la población infantil, la comunicación sobre su infelicidad o sus conflictos complica aún más el indagar en estas cuestiones.

Las ideas y deseos suicidas son el precursor de la ideación suicida. Esta se entiende como el pensamiento en torno al suicidio y posiblemente sea el primer signo precoz de todo este espectro. Estas ideas y deseos pueden ser: desesperanza, vacío existencial, soledad, tristeza, angustia, sentimiento de derrota, sentimiento de atrapamiento o carga, sensación de falta de pertenencia, pensamientos negativos en torno al futuro, ausencia de proyecto vital, entre otros. Estas ideas pueden provocar cambios de humor, labilidad emocional, insomnio…

¿Qué recursos y apoyos adicionales considera necesarios para mejorar la prevención del suicidio en la población infantojuvenil?

Este tipo de casos no pueden esperar y se deben priorizar, aquí el tiempo es oro. Si no se aborda de manera precoz, el proceso va evolucionando y el final ya sabemos cuál es. Por ello, las listas de espera de atención a la población infantojuvenil se tienen que reducir y priorizar los casos graves. Las Unidades de Salud Mental Infantojuvenil se tienen que dotar de recursos humanos y económicos para poder ofrecer un buen servicio. Hay muchos pacientes descontentos por la tardanza y la falta de citas para hacer un seguimiento más estrecho. Pero no dudan de los grandes profesionales que tenemos, que están desbordados. Hay programas muy interesantes en la prevención del suicidio que se ofrecen a nivel escolar y universitario que ayudarían a gestionar mejor estos casos. 

En Estados Unidos y Canadá, muchas universidades tienen una oficina de Wellness en la que se ofrece apoyo psicológico gratuito a los estudiantes cuando no se encuentran bien, además de estar coordinados con los servicios de psiquiatría para los casos graves. En resumidas cuentas, necesitamos recursos económicos, accesibilidad máxima y buena gestión entre niveles asistenciales para poder gestionar bien a cada persona.

¿Qué papel juegan los especialistas en Medicina de Familia y Comunitaria en la detección y prevención de problemas de salud mental en la infancia y adolescencia?

Nuestro rol es importante en la detección y prevención de estos problemas. Nosotras somos las profesionales a las que posiblemente primero acudan las familias con sus hijos/as cuando ven o sienten que algo no está yendo bien. Somos la primera línea de acceso al sistema sanitario y esto nos permite ser un espacio de detección. Además, el hecho de ser médicas de familia nos permite conocer bien el contexto familiar porque la mayor parte de las veces tenemos a toda la familia en nuestro cupo y el hecho de permanecer mucho tiempo en él te ofrece una información privilegiada que no puedes encontrar en ningún ordenador. Así que, los pilares básicos como continuidad, longitudinalidad y accesibilidad nos permiten jugar un papel imprescindible en la detección de casos de salud mental en la población infantojuvenil.

¿Cómo ha influido la pandemia en el aumento de los casos de trastornos de salud mental en estas edades?

La pandemia ha influido de manera negativa en todos los grupos etarios. En el caso que nos compete, que es la población infantojuvenil, podríamos decir que el aislamiento, la falta de interacción social y el hecho de que se tratara a los niños/as como “apestados” han sido determinantes en el incremento de casos de salud mental que hemos visto tras haber finalizado la pandemia. La adolescencia es una etapa basada en las interacciones sociales y es necesaria para el desarrollo; la población pediátrica necesita el juego que muchas veces el mundo adulto no puede ofrecer y, finalmente, no debemos olvidar que se tomaron medidas muy restrictivas contra la población infantil dado que se les señaló como portadores asintomáticos que contagiaban a adultos y ancianos. Luego se vio que quizás las medidas tomadas sobre ellos fueron demasiado punitivas y con unas consecuencias terribles en su desarrollo.

¿Qué diferencias se observan en la prevalencia de problemas de salud mental entre niños y niñas en las distintas franjas etarias?

En el artículo que habéis comentado al principio de la entrevista se realizó una amplia revisión en la que hicimos una tabla resumen. En ella se observa que, de 4 a 14 años, lo que consideraríamos la edad pediátrica, los trastornos de la conducta son los más prevalentes en niños/as. En el caso de población juvenil, a partir de los 15 años, según nuestro sistema sanitario, dado que es la edad con la que pasan al cupo de adultos, la ansiedad es la patología más frecuente en ambos géneros.

¿Qué papel juega el nivel socioeconómico en la prevalencia de problemas de salud mental en la infancia y adolescencia?

Los determinantes sociales juegan un rol inversamente proporcional, es decir, a menos ingresos mayor probabilidad de desarrollar una enfermedad mental y todavía más si el género al que perteneces es el femenino.

¿Cómo afecta el ciberacoso y la ciberadicción a la salud mental de los jóvenes?

Este es un aspecto novedoso fruto de la sociedad en la que nos movemos; quiero decir, hace 20 años no teníamos estos problemas. En el caso del ciberacoso, se trata de utilizar una red social o videojuegos en línea en los que una persona o grupos de personas de la misma edad, o diferente (normalmente más mayores), insultan, amenazan o presionan a un menor con el objetivo de hacerle daño. En otras ocasiones, este acoso también puede verse desde la otra cara de la moneda, que es echar a una persona de un grupo social, como puede ser un grupo de WhatsApp. Los estudios nos hablan de que al menos un 11% de niños/as entre 13-15 años han sufrido ciberacoso alguna vez y más de un 3% lo sufrían varias veces al mes. Esto tiene repercusiones graves en la autoestima, sentirte coaccionado para hacer cosas que no quieres hacer, el no saber cómo actuar y gestionar un acoso, sentirte con miedo, aislamiento… Y un largo etcétera que puede acabar llevando a una enfermedad mental.

La ciberadicción no deja de ser una adicción como cualquier otra droga, solo que en este caso el consumo se hace a través de la conexión a la red. Las repercusiones son también negativas en los niños y adolescentes porque se aíslan del mundo en el que viven para estar conectados al mundo virtual. Esto genera problemas de insomnio, trastornos conductuales y falta de desarrollo, entre otros.

¿Qué herramientas de cribado se están utilizando en Atención Primaria para detectar problemas de salud mental en niños y adolescentes?
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Las herramientas de cribado validadas son el PHQ-2, que es un test para cribado de depresión; para los trastornos de la conducta alimentaria, el EAT; y para el TDAH, el ASRS V1.1. Pero no debemos olvidar que estos son test que solamente nos ayudan a poner un poco de orden y orientarnos en el problema como profesionales. Lo más importante, más allá de un test, es la narrativa con la que acuden los afectados y sus familiares, que nos va a permitir detectar que algo no está yendo bien.

¿Qué estrategias recomiendan para mejorar la salud mental de los niños y adolescentes desde la consulta de Atención Primaria?

Las estrategias no deben pasar solamente por una cuestión médica. Hay muchos agentes implicados en que esto mejore. Las médicas de familia solamente somos un eslabón más en la cadena de posibles actuaciones. Por un lado, los colegios y los institutos deberían ser espacios donde se ofreciera educación y formación a progenitores y alumnado sobre salud mental y salud basada en las emociones. Por otro lado, a ese profesorado también habría que formarlo porque ellos también pueden detectar problemas y saber cómo encaminarlos, incluso antes que un profesional sanitario.

Otro aspecto es tener establecidos buenos protocolos de actuación para que haya coordinación con el colegio, trabajo social, sanitarios e inclusive con la policía ante casos de ciberacoso.
A nivel comunitario, podrían existir puntos u oficinas de apoyo dependientes de los ayuntamientos u asociaciones de barrio donde puedan acudir los jóvenes para buscar apoyo psicológico ante un problema concreto. Inclusive crear espacios web donde la población infantojuvenil y sus familias tengan información sobre problemas de salud mental en esta franja de edad y dónde acudir con los contactos.
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Además, a nivel mucho más macro, habría que reforzar todas las unidades de salud mental infantojuvenil. La mayoría de las compañeras que conozco que trabajan aquí están desbordadas porque el número de casos se ha incrementado y están con los mismos recursos que prácticamente hace unos años. Se deben aumentar todos los perfiles profesionales, no solamente psiquiatras, sino profesionales del ámbito de la psicología, educación y trabajo social. Y lo que no nos podemos olvidar en ningún momento es el apoyo a los familiares. Parece que nadie se preocupa de ellos y son los que lidian a diario con los problemas de sus hijos, sin encontrar espacios donde poder expresarse, tomar un respiro o incluso recibir formación para poder sobrellevar mejor determinadas situaciones.

Pero volviendo a la pregunta, deberíamos tener accesibilidad para abordar estos problemas, mostrar apoyo al paciente y las familias, y colaborar a nivel comunitario y entre diferentes niveles asistenciales en la medida en que se nos permite para abordar de la mejor manera el problema.

¿Qué desafíos enfrentan los médicos de familia al tratar problemas de salud mental en la población infantojuvenil?

Los desafíos que creo que para muchas médicas de familia están presentes son la comunicación con este perfil de población, que a veces es compleja; las posibles diferencias generacionales que nos pueden causar dificultad a la hora de comprender sus realidades; y posiblemente mejorar la formación en el manejo de los problemas de salud mental en este perfil de población, dado que con lo que más solemos tratar en primaria es patología del adulto y el anciano, quedando un poco a un lado estas edades, lo que no quiere decir que no puedan tener problemas ni enfermedades.