Actualidad
Cómo abordar el sufrimiento emocional de los pacientes COVID-19 y el acompañamiento al duelo de quienes han perdido un familiar
Fecha de publicación: 26 de mayo de 2020
Superada la punta epidémica inicial provocada por el SARS-CoV2, por las condiciones diferenciales con que las familias y la sociedad han vivido la pandemia por la COVID-19, y caracterizadas por dificultades en la relación de las personas con sus seres queridos, hace previsible un aumento del número de consultas en Atención Primaria, vinculadas a la salud emocional y afectiva. Este documento que presenta la semFYC aporta herramientas comunicativas que faciliten a los médicos de familia el abordaje y acompañamiento del sufrimiento emocional, tanto si las consultas son presenciales como si son telemáticas. Se trata de situaciones de sufrimiento en las que es necesario contextualizar el dolor emocional, que en general no precisarán de medicación y, en las que los profesionales de Medicina de Familia, sí deben disponer de recursos para hacer prevención secundaria ante síntomas moderados-severos de ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático”, señalan los autores.
La pandemia provocada por la enfermedad COVID-19 ha ido acompañada de un conjunto de circunstancias emocionales para el paciente como son el miedo, la incertidumbre, la ansiedad, la impotencia, la ira, la tristeza y la soledad sufrida por muchas de las personas diagnosticadas. Pero también de un tipo de soledad específica para aquellos que, tras el diagnóstico por COVID19 y conforme los protocolos, pasaron la enfermedad en completo aislamiento confinados y sin contactos con familiares o con cuidadores.
Se da la circunstancia de que, en anteriores epidemias, como la del SARS 2003, un tercio de los pacientes mostraron síntomas entre moderados y severos de ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático hasta un año después de la epidemia, cuyo brote azotó durante 2003 esencialmente el Este asiático. También se describió entonces una mayor incidencia en problemas de abuso de substancias.
Además de considerar esta evidencia, el documento tiene en cuenta otros aspectos en el abordaje de la salud mental y afectiva de pacientes con COVID-19 al alta hospitalaria como, por ejemplo, la soledad derivada del aislamiento y la ausencia de familiares o cuidadores, con frecuencia sin otra persona en la habitación; la estigmatización por una enfermedad que hace peligroso el contacto y confina a los pacientes en zonas específicas; o las necesidades especiales de los pacientes con patologías psiquiátricas previas, ya que presentan mayor riesgo de desarrollar dichos trastornos, así como del agravamiento de sus patologías.
Teleasistencia emocional
En la elaboración del documento, sus autores, integrantes del Grupo-Programa en Comunicación y Salud de la semFYC, han considerado las particularidades de la asistencia sanitaria en tiempos del COVID19, teniendo en cuenta que buena parte del seguimiento domiciliario se realiza mediante teleasistencia.
En este sentido, el documento resalta que aunque la entrevista telefónica aporta una herramienta “de comunicación clínica centrada en el lenguaje” y aporta “mayor accesibilidad así como la posibilidad de establecer una pauta de seguimiento y la posibilidad de hablar con cuidadores o convivientes”, también entraña la pérdida del paralenguaje y de las expresiones faciales, así como del contacto y la exploración física.
Con vistas a cubrir estas carencias, el documento analiza herramientas comunicativas propias de la entrevista clínica que faciliten el relato de las emociones a través de la escucha activa.
Acompañamiento al duelo de confinados
Otro de los elementos que será importante abordar en los próximos meses desde la consultas de los médicos de familia, esencialmente en dispositivos de Atención Primaria, son los aspectos relativos al sufrimiento emocional de las personas ante la pérdida de un ser querido por la COVID-19.
“Hay circunstancias que han marcado y están marcando esta epidemia, como por ejemplo la incapacidad para despedirse de un ser querido que ha fallecido en aislamiento hospitalario al estar el familiar en cuarentena o por restricciones a la movilidad de las personas, o situaciones familiares de pérdidas múltiples que también se han dado” señala Remedios Martín, secretaria de la semFYC.
Los médicos de familia también están y estarán haciendo el acompañamiento al duelo a familias que han perdido a seres queridos, a personas relativamente jóvenes que presuntamente no eran de riesgo, a procesos de duelo agravados por el sentimientos de culpa, en el caso de haber sido posible fuente de contagio, a familias que han perdido a sus mayores.
La pandemia provocada por la enfermedad COVID-19 ha ido acompañada de un conjunto de circunstancias emocionales para el paciente como son el miedo, la incertidumbre, la ansiedad, la impotencia, la ira, la tristeza y la soledad sufrida por muchas de las personas diagnosticadas. Pero también de un tipo de soledad específica para aquellos que, tras el diagnóstico por COVID19 y conforme los protocolos, pasaron la enfermedad en completo aislamiento confinados y sin contactos con familiares o con cuidadores.
Se da la circunstancia de que, en anteriores epidemias, como la del SARS 2003, un tercio de los pacientes mostraron síntomas entre moderados y severos de ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático hasta un año después de la epidemia, cuyo brote azotó durante 2003 esencialmente el Este asiático. También se describió entonces una mayor incidencia en problemas de abuso de substancias.
Además de considerar esta evidencia, el documento tiene en cuenta otros aspectos en el abordaje de la salud mental y afectiva de pacientes con COVID-19 al alta hospitalaria como, por ejemplo, la soledad derivada del aislamiento y la ausencia de familiares o cuidadores, con frecuencia sin otra persona en la habitación; la estigmatización por una enfermedad que hace peligroso el contacto y confina a los pacientes en zonas específicas; o las necesidades especiales de los pacientes con patologías psiquiátricas previas, ya que presentan mayor riesgo de desarrollar dichos trastornos, así como del agravamiento de sus patologías.
Teleasistencia emocional
En la elaboración del documento, sus autores, integrantes del Grupo-Programa en Comunicación y Salud de la semFYC, han considerado las particularidades de la asistencia sanitaria en tiempos del COVID19, teniendo en cuenta que buena parte del seguimiento domiciliario se realiza mediante teleasistencia.
En este sentido, el documento resalta que aunque la entrevista telefónica aporta una herramienta “de comunicación clínica centrada en el lenguaje” y aporta “mayor accesibilidad así como la posibilidad de establecer una pauta de seguimiento y la posibilidad de hablar con cuidadores o convivientes”, también entraña la pérdida del paralenguaje y de las expresiones faciales, así como del contacto y la exploración física.
Con vistas a cubrir estas carencias, el documento analiza herramientas comunicativas propias de la entrevista clínica que faciliten el relato de las emociones a través de la escucha activa.
Acompañamiento al duelo de confinados
Otro de los elementos que será importante abordar en los próximos meses desde la consultas de los médicos de familia, esencialmente en dispositivos de Atención Primaria, son los aspectos relativos al sufrimiento emocional de las personas ante la pérdida de un ser querido por la COVID-19.
“Hay circunstancias que han marcado y están marcando esta epidemia, como por ejemplo la incapacidad para despedirse de un ser querido que ha fallecido en aislamiento hospitalario al estar el familiar en cuarentena o por restricciones a la movilidad de las personas, o situaciones familiares de pérdidas múltiples que también se han dado” señala Remedios Martín, secretaria de la semFYC.
Los médicos de familia también están y estarán haciendo el acompañamiento al duelo a familias que han perdido a seres queridos, a personas relativamente jóvenes que presuntamente no eran de riesgo, a procesos de duelo agravados por el sentimientos de culpa, en el caso de haber sido posible fuente de contagio, a familias que han perdido a sus mayores.