Insomnio y emoción: cuando la preocupación no te deja dormir
Mujer de 64 años que consulta por insomnio de conciliación y despertar precoz de años de evolución. En la primera visita,una mañana que se ha complicado con alguna urgencia y la agenda está sobrecargada, se explica cómo realizar una higiene del sueño y se inicia tratamiento farmacológico. Tras varias semanas la paciente consulta de nuevo dada la no mejoría. En esta visita me planteo “¿qué malestar emocional hay detrás que le impide dormir?” Hago una anamnesis detallada, incluyendo problemas personales o familiares que la paciente niega. Tras escucharla activamente pregunto: “¿Qué tal con su marido?” En ese momento comienza a llorar y a contarme su historia. Hablamos sobre la importancia del autocuidado y apoyo social.1,2 En la visita de seguimiento, la paciente se siente agradecida, escuchada y comprendida,3 ha comenzado a realizar cambios en los que se dedica tiempo (como alguna pequeña escapada con sus hermanas) y a aceptar su situación actual; el insomnio ha mejorado y está más tranquila.4,5
A menudo nos encontramos en consulta con pacientes que presentan un amplio espectro de problemas clínicos. Entre los más importantes, por su frecuencia e implicaciones diagnósticas y terapéuticas, se encuentran los problemas psicosociales; es decir, situaciones de estrés social que producen o facilitan la aparición de enfermedades somáticas, psíquicas o psicosomáticas, lo que da lugar también a crisis y disfunciones familiares.4
En concreto, el insomnio tiene una alta prevalencia en nuestro medio considerándose un problema de salud pública, siendo más prevalente en mujeres- lo cual daría para otra reflexión. A menudo, se relaciona con patologías como obesidad, sobrepeso, dolor crónico, ansiedad o depresión, así como con acontecimientos vitales estresantes (viudedad, divorcio,etc.) Por lo que el abordaje ha de ser integral; contemplando la terapia cognitivo conductual además de la higiene del sueño, cambio de hábitos y, en algún caso de forma temporal, acompañarlo de tratamiento farmacológico.6
Las estrategias adaptativas de regulación emocional como la resolución de problemas, aceptación y reevaluación cognitiva se relacionan con menos síntomas de ansiedad y depresión mientras que las estrategias desadaptativas de regulación emocional (evitación, rumiación) se relacionan con mayor ansiedad, depresión e insomnio.7
Además de la influencia de la regulación emocional en el insomnio, la resiliencia es otro factor psicológico que recientemente ha sido identificado y destacado como un importante determinante en la salud psicológica (como es la calidad del sueño). Esta correlación entre resiliencia e insomnio es negativa; es decir, cultivar la resiliencia nos puede alejar del insomnio. Contamos con evidencia que demuestra que las estrategias de regulación emocional contribuyen a la resiliencia en pacientes con síntomas depresivos.8
En este estudio realizado por la Universidad de Zhengzhou, China, se ha visto que personas de edad media y avanzada con insomnio presentan mayor sentimiento de culpa hacia sí mismos y los demás, más rumiaciones y catastrofización así como menor capacidad de enfoque, reevaluación positiva y planificación que en aquellos que no tienen insomnio. Se plantean dos teorías:
- Una posible explicación es que los problemas de sueño alteran la manera en la que procesamos las emociones ya que, ante un estímulo negativo, la deprivación del sueño aumenta la reactividad de la amígdala y reduce la actividad del córtex prefrontal
(se debilita la conectividad entre corteza prefrontal medial y corteza cingulada anterior ventral). Por lo tanto, los individuos con mala calidad del sueño tienen mayores dificultades para utilizar estrategias adaptativas de regulación emocional.8,9
- Otra razón es que personas con problemas importantes de insomnio tienden a preocuparse excesivamente y reflexionar sobre dichos problemas de sueño. Estas actividades cognitivas negativas los hacen más propensos a tener emociones desagradables, lo que facilita que empleen estrategias de regulación desadaptativas.8
Una edad que actualmente nos preocupa y ocupa es la adolescencia. En este grupo, las alteraciones del sueño podrían aumentar el riesgo de padecer enfermedades como ansiedad o depresión debido a una peor regulación emocional.9
Por tanto, mecanismos desadaptativos de regulación emocional como la catastrofización, rumiación y sentimiento de culpa predicen positivamente el insomnio mientras que la capacidad de regulación emocional como enfocarse en la planificación, la reevaluación positiva y resiliencia nos podrían servir de estrategias para combatirlo. A su vez, la mala calidad del sueño dificulta que nos regulemos emocionalmente de forma adaptativa, hecho que se relaciona con patologías como ansiedad y depresión.8,10
En conclusión, vemos que la relación entre sueño y emoción es bidireccional. Por ello, resulta interesante que los profesionales de la salud nos pongamos las gafas para leer el malestar emocional que hay detrás del motivo de consulta, evaluemos la capacidad de regulación emocional a tiempo y apoyemos a nuestros pacientes a corregir estrategias desadaptativas.8
María Minuesa García,
GdT Salud Basada en Emociones SemFyC
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