Diario de residentes: cómo es el día a día en su vida
Los tres comienzan su jornada de trabajo hacia las 8 h de la mañana en distintos puntos de España, desde áreas rurales hasta zonas urbanas, y sueñan con cumplir este objetivo principal: atender y acompañar a personas durante toda su vida y establecer con ellas una relación forjada en la confianza mutua. Paula Bellido, Carmen Lázaro y Joel Domene son residentes de Medicina Familiar y Comunitaria, la especialidad médica que, aseguran, no dudarían en volver a elegir.
Coincidiendo con los días en los que se realiza la elección de plazas MIR en España, hablamos con ellos para conocer cómo está siendo su formación como especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria y por qué dirían de nuevo #ElijoMFyC.
Jornadas de aprendizaje muy completas
A primera hora, tras realizar sesiones clínicas, reuniones de equipo y revisar los objetivos de aprendizaje, Domene, que está a punto de llegar al tercer año de residencia y desarrolla su labor en el centro de Salud de Piedrasblancas, en Castrillón (Asturias), explica: “¡Hacemos de todo! Desde control de pacientes con problemas de salud crónicos, como diabetes o hipertensión arterial; a problemas agudos; revisión de medicación; cirugía menor o infiltraciones: ¡uno nunca se aburre!”.
La vida de los y las residentes no sólo acontece en el centro de salud, sino que también se forman en los hospitales. Es el caso de Paula Bellido, que como r2 lleva a cabo rotaciones en el Hospital de Valencia: “Cada mes estoy en un servicio diferente, radiología, cirugía general, digestivo, neumología, neurología, dermatología... Normalmente empiezo el día con una sesión clínica y después me voy a la consulta a aprender sobre el manejo de la patología ambulatoria de la especialidad” y añade que “siempre que puedo vuelvo al centro de salud e intento participar en las diferentes actividades que organizan: reuniones con pacientes para montar actividades, reuniones del consejo de salud con las diferentes asociaciones del barrio... ¡Echo mucho de menos estar allí!”.
La importancia de conectar con el tutor o la tutora
Otro de los puntos que marca la trayectoria de los y las residentes es la relación con la persona que los tutoriza. “Ser tutora es ser una referente para un residente. Es ser alguien en quien mirarse y decir: quiero ser como ella”, sostiene Joel Domene, quien además detalla que “la tutora te acompaña, te escucha, te guía y te reconduce, si hace falta: en definitiva, está ahí. En este sentido, hacer match con tu tutor o tutora es una gran ventaja”.
Por su parte, Paula Bellido apunta que, aunque al estar en el hospital no ve a su tutora en su día a día, “nos mantenemos en contacto constantemente para actualizarnos, para ver cómo vamos y cómo llevo mi trabajo de investigación de final de residencia. La verdad es que tengo un vínculo muy estrecho con ella”.
Días marcados por los contrastes
Durante jornadas intensas, los y las residentes se enfrentan a multitud de escenarios que son nuevos para ellos y que, tanto pueden ser altamente satisfactorias como llevarles a lidiar con adversidades distintas. En esta línea, los tres residentes resaltan que los mejores momentos que experimentan van ligados a la buena relación que establecen con los pacientes. “Cuando se sienten cómodos para explicar sus problemas de salud o preocupaciones, y salen de la consulta satisfechos porque se han sentido escuchados, comprendidos y valorados, es muy gratificante”, detalla Carmen Lázaro, residente de cuarto año en el centro de salud rural de Arrabal de Portillo, en Valladolid.
Por otro lado, Paula Bellido indica que algunos de los peores momentos que ha vivido en consulta tienen que ver con errores cometidos que “se dan por desconocimiento: no nacemos sabiendo y las primeras veces nos enfrentamos a ciertas situaciones en las que no siempre actuamos adecuadamente” y añade que “en ocasiones, el error se da por estrés o cansancio acumulado, ya que sin duda no atendemos igual a los y las pacientes a las 2 h de la madrugada, tras estar todo el día trabajando, que a las 17 h de la tarde”.
El vínculo con los y las pacientes
Uno de los atractivos de la Medicina Familiar y Comunitaria es que permite atender a la persona a lo largo de su vida, de forma integral y accesible. Y los médicos y las médicas de familia coinciden en que pocas especialidades brindan esta oportunidad. Por ello, al ser preguntados por su relación con los y las pacientes, los y las residentes coinciden en las posibilidades que tienen cada día de establecer con ellos relaciones de confianza.
Carmen Lázaro afirma que “la consulta es un ambiente seguro para las personas atendidas, donde se establece un vínculo sin paternalismo, donde ellas también se responsabilizan e interesan por el control y tratamiento de sus problemas de salud”, mientras que Joel Domene apela a la importancia de una buena comunicación: “A medida que avanza la residencia te das cuenta de lo importante que es esta herramienta. Comunicarte correctamente permite construir una buena relación terapéutica, a partir de la cual, con el tiempo, podrás conseguir una relación de confianza”.
La Medicina Familiar y Comunitaria, motivo de orgullo
Aunque su residencia supone enfrentarse a situaciones muy diferentes y desconocidas, y a lidiar con momentos de estrés o cansancio, ninguno de estos tres residentes duda de que, de encontrarse de nuevo ante la elección de una plaza MIR, optaría por Medicina Familiar y Comunitaria por la satisfacción y el orgullo que les aporta.
Domene explica que es importante descubrir la especialidad en la universidad, ya que “dicen que aquello que no se conoce, no se escoge” y añade que le ayudó “haber rotado con médicas y médicos de familia, todoterrenos en toda regla: yendo a tres domicilios, luego infiltrando un hombro, haciendo maniobras de Epley, revisando, ajustando y deprescribiendo fármacos, haciendo sesudos diagnósticos diferenciales, acompañando en el duelo por la pérdida de un familiar de algún paciente… ¿Qué otra especialidad puede hacer todo eso? ¿Y en un mismo día? ¿Y en un entorno completamente urbano o en uno totalmente rural? Acompañando durante todas las etapas de la vida. Y encima estando en medio del barrio. Y si me apuras, pudiendo realizar actividades comunitarias de forma relativamente periódica, tejiendo alianzas con otros activos de salud del entorno: desde el ayuntamiento, al polideportivo, a la asociación de mujeres... ninguna otra especialidad permite todo esto”.
También, sobre las bondades de la Medicina Familiar y Comunitaria, Lázaro expresa que “el lujo de ver a un paciente longitudinalmente, combinando momentos agudos entrelazados con crónicos, y llegar a ser partícipe de su historia vital me parece uno de los mayores privilegios que se nos ofrecen como profesionales sanitarios”. Además, esta médica residente subraya que “la riqueza (tanto a nivel profesional como personal) que te aporta ver a la persona en su conjunto y poder intentar sanar, consolar o acompañar me parece uno de los puntos más importantes de mi especialidad. La polivalencia del médico y la médica de familia, que abarca desde el papel educador hasta el de confidente y sanador, me sigue fascinando, por eso, cuatro años después de mi elección sigo alegrándome por haber elegido convertirme en ‘la médica de las personas’”.