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El pilar invisible: cinco años del covid-19 en la Atención Primaria

El pilar invisible: cinco años del covid-19 en la Atención Primaria

Una sensación abrumadora de incertidumbre. Eso es lo que la mayoría de la población sintió en marzo de 2020 y los meses posteriores, cuando se declaró en España el estado de alarma por una pandemia global que nos obligó a permanecer confinados en casa y que puso a prueba, como no se recordaba antes, el sistema sanitario. Ahora, cuando se cumplen cinco años desde que el covid-19 apareció en nuestras vidas para darles un vuelco, hablamos con algunos de los que fueron protagonistas de aquella etapa: médicos y médicas de familia que pusieron en jaque su bienestar y su salud para cuidar a los demás.  

Tiempo de lectura: 9 minutos
Fecha de publicación: 04 de abril de 2025

La pandemia comenzó con una falta de evidencias iniciales, que obligó a los y las profesionales de la sanidad a actualizarse constantemente y a tomar decisiones con premura: se vivió una auténtica carrera a contrarreloj. Además, el cambio asiduo en los protocolos, la angustiante escasez de equipos de protección y los casos, que se multiplicaban sin cesar, hicieron que en este periodo de alerta máxima los retos a los que se enfrentaban los equipos de Atención Primaria se sucedieran cada día.  

La semFYC, en consenso con las 17 sociedades federadas que la integran, y con la colaboración de expertos de los Grupos de Trabajo y Programas, propuso sentar las bases que permitieran determinar el momento y la forma de un cambio de estrategia nacional en la gestión de la COVID-19, tal y como refleja este editorial de la revista Atención Primaria.  

“A nivel profesional y humano, fue un desafío inmenso. La reasignación de recursos y la falta de personal, exacerbados por las medidas de austeridad previas a la pandemia, pusieron a prueba el sistema, y muchos profesionales de Atención Primaria denunciaron que se necesitaban más recursos materiales y que hubo un apoyo insuficiente del gobierno, lo que puso en peligro su capacidad de prestar una atención de calidad”, expresa José María Molero, coordinador del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la semFYC, quien añade que “sin embargo, también fue un momento de cohesión, de adaptación constante y de revitalización del trabajo en equipo en el primer nivel asistencial”. 

La Atención Primaria, mucho más que un muro de contención  

“La Atención Primaria fue absolutamente esencial en el abordaje de la pandemia. Fue el pilar invisible que sostuvo el sistema sanitario. Fuimos mucho más de ese muro de contención del que se habló. Fuimos la primera línea de contacto con los pacientes”, destaca Molero, y apunta que “sin esa labor, el sistema habría sucumbido”.  

Por otro lado, este especialista en Medicina Familiar y Comunitaria sostiene que “además de evitar el colapso del sistema sanitario, el primer nivel asistencial demostró ser el ágil, flexible, descentralizado y enfocado en la comunidad. Se estima que entre el 80-90% de los casos sospechosos fueron manejados en la Atención Primaria y que dicho colapso se frenó por varios motivos, como la importante absorción de la demanda asistencial, el coste-efectividad, la continuidad de la atención crónica, la participación en la vacunación, el trabajo en equipo y adaptación y el apoyo psicosocial y comunitario”. 

La semFYC y su rol en la transmisión de información  

Como Molero, Javier Arranz es médico de familia e integrante del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas. Además, fue reconocido por su labor como portavoz del gobierno balear durante la pandemia, algo que indica que “fue muy emotivo, ya que fue un acto de cariño de mis compañeros y compañeras”.  

Arranz también resalta que “la labor de los colegas de Infecciosas de la semFYC fue encomiable desde el primer día, y me refiero al 31 de diciembre de 2019. Desde entonces estuvimos en contacto continuo. Intentamos generar documentos, webinars, atención a los medios de comunicación, formación hacia nuestros compañeros con seriedad y evidencia científica, y todo eso con los pocos datos de los que disponíamos. Trabajar con mucha urgencia y a horas intempestivas nos unió como grupo de una forma muy especial”.  

Este médico de familia también apunta a que “fue compleja la exposición mediática (hice más de 100 ruedas de prensa) y una de las dificultades fue explicar conceptos complejos (como epidemiología, severidad, transmisión, vacunas…) de una forma comprensible para la ciudadanía”. 

 

El presidente de aquel entonces, Salvador Tranche, defendía en prime time en TVE que la Atención Primaria era esencial para frenar el covid-19. 


 

La salud mental, amenazada 

La sobrecarga laboral, la inestabilidad extrema, la falta de protección y otros factores desembocaron en situaciones de elevado malestar emocional entre los profesionales sanitarios. Así, procesos como la ansiedad, el burnout, la depresión y el estrés postraumático fueron habituales. Lo explica la coordinadora del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la semFYC, Luz de Myotanh Vázquez, quien afirma que “en el caso de los médicos y médicas de familia tuvimos que aguantar que se nos criticara hasta la saciedad, aduciendo a que no hacíamos nada, cuando la presión asistencial fue horrible, con muchísimas llamadas telefónicas y hasta 70 pacientes citados por día. Yo recuerdo tener sueños con una lista de pacientes que no se reducía”.  

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Con este escenario, Vázquez señala que “la percepción que tienen algunos profesionales, y no hablo en voz de un colectivo, sino de opiniones de compañeras cercanas, es que no se cuidó de nosotros para lo importantes que éramos en ese momento. Esta sensación es horrorosa y esto hizo que apareciera un movimiento llamado yo renuncio que se dio, fundamentalmente, en profesionales del ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria”.  

Esta médica de familia puntualiza que “una cuestión muy importante es sentir que nuestras instituciones nos cuidan tanto a los profesionales como a nivel ciudadano. Algunas estrategias que se me ocurren son: planes de contingencia deben de estar actualizados para todo tipo de trabajos, estar preparado a nivel de recursos humanos y materiales para otra posible pandemia, y dotar de servicios, sobre todo de atención psicológica para poder ayudar al malestar emocional en situaciones así”. 

La llegada de la vacuna: un respiro para los y las profesionales  

La vacuna frente al covid-19 se desarrolló en un tiempo récord de aproximadamente 10 meses, pero sin comprometer los estándares habituales de calidad, seguridad y eficacia. Esto supuso, para los profesionales sanitarios, “una bocanada de aire fresco en cuanto a poder ofrecer una protección a nuestros pacientes. Fue como tener un salvavidas al que asirse con fuerza”, detalla Ana Pilar Javierre, miembro del grupo de prevención de enfermedades infecciosas del PAPPS de la semFYC. 

“Igualmente se desarrolló un registro de vacunación universal para la vacuna de la covid-19 muy rápidamente. Esperemos que pronto dispongamos de un registro único para todas las vacunas del calendario de vacunación a lo largo de la vida, y así poder conocer desde cualquier punto del territorio nacional las vacunas administradas a cada persona, a la par que poder conocer las coberturas vacunales y con esos datos poder implementar estrategias que mejoren las coberturas de vacunación de la población adulta”, sostiene Javierre, que añade que “si hay que destacar algo bueno de esos meses, esto son las vacunas en general: se les reconoció su gran papel en la prevención de enfermedades. Podríamos decir que las vacunas se pusieron de moda”.  

El covid-19 como disparador de las desigualdades sociales  

La pandemia puso en evidencia y agravó inequidades preexistentes debido a factores como la pobreza, el acceso desigual a servicios sanitarios, la precariedad laboral, los cuidados o las dificultades para acceder a información fiable. A nivel global, los países con menos recursos tuvieron mayores dificultades para adquirir vacunas o materiales sanitarios, retrasando notablemente la protección de sus poblaciones y del personal sanitario. En España, los determinantes sociales adversos, como siempre, condicionaron la capacidad de prevención y respuesta a la pandemia, afectando de forma más incisiva a quienes tenían empleos precarios, baja renta, personas mayores dependientes, migrantes, cuidadoras y personas sin hogar. 

Este es el trasfondo que plantea Sandra Robles, coordinadora del Grupo de Trabajo de Inequidades y Salud Internacional de la semFYC, que detalla que los grupos vulnerables afectados durante la pandemia fueron: “Personas mayores institucionalizadas o con dependencia, trabajadores en situación de precariedad laboral sin derecho a poder acceder a incapacidad laboral por enfermedad o para realizar cuarentena/aislamiento, personas migrantes en situación irregular o en exclusión social, personas con enfermedades crónicas, con discapacidad o dependencia; y personas sin hogar o en situación de pobreza extrema. 

 

Tras la pandemia, sigue habiendo retos para abordar las inequidades, y Robles expresa que “el desafío principal es garantizar que la equidad sanitaria sea un criterio central y transversal en todas las políticas de Salud Pública y Atención Primaria, evitando volver a una situación previa que ignoraba las desigualdades estructurales”. Para ello, esta médica de familia aduce que “en la semFYC se están llevando a cabo acciones como: sensibilizar sobre determinantes sociales e inequidades en salud mediante formación específica en forma de cursos, jornadas y guías clínicas para profesionales orientadas al abordaje de colectivos vulnerables; promover investigaciones desde Atención Primaria que evalúen las desigualdades sociales en salud, con interés en la propuesta de estrategias efectivas para reducirlas; fomentar el desarrollo profesional en competencias de atención comunitaria y equidad a través de grupos de trabajo especializados en salud comunitaria y equidad en salud; y una abogacía en favor de la equidad en salud para que las instituciones sanitarias prioricen medidas estructurales de equidad que se mantengan a largo plazo y en todo el recorrido de implantación desde la planificación hasta la evaluación de estrategias o proyectos.  

Las zonas rurales, menos afectadas  

Según Nel·lo Monfort, coordinador del Grupo de Trabajo de Medicina Rural de la semFYC, las áreas rurales se sobrepusieron con creces a la situación de emergencia sanitaria y al confinamiento. “En nuestra ruralidad ya teníamos hábito de consultas telemáticas/telefónicas desde antes de la pandemia por la alta dispersión y dificultades de llegar a todas las localidades de la zona básica y a la población que vive dispersa, así que nuestra gente (pacientes y profesionales) estaba entrenada”, sentencia. 

Monfort también destaca otros factores que beneficiaron al ámbito rural “como el hecho de que conocíamos a todas las personas con las que contactamos vía telefónica y también en sentido contrario. Las características de la Atención Primaria Rural permitieron continuar con la atención domiciliaria sin excesivos problemas, así que el trato no se resintió, incluso creo que se reforzó por el hecho que nuestra población reconoció el esfuerzo realizado”.  


Como reto, este médico de familia rural resalta “la suspensión de la mayor parte de pruebas y técnicas y de parte del apoyo y seguimiento de la mayor parte de las especialidades hospitalarias. Todo esto supuso un aumento de la incertidumbre aún más si cabe de la que estamos acostumbrados a gestionar desde el medio rural”.  

¿Preparados para una nueva pandemia?  

Si bien el sistema sanitario español ha demostrado su flexibilidad y adaptabilidad, la pandemia ha puesto de manifiesto aspectos que debían mejorarse, tal y como coinciden en sostener los y las profesionales entrevistados en este reportaje.  

José María Molero explica, de forma detallada, que si llegara otra pandemia de gran magnitud, probablemente enfrentaríamos nuevamente colapsos en la Atención Primaria y siguen existiendo brechas importantes que podrían afectar la respuesta a futuras pandemias: España no ha realizado una evaluación científico-técnica independiente y exhaustiva de la gestión de la pandemia de COVID-19, a diferencia de otros países europeos (Suecia, Alemania); todavía no se ha creado la Agencia Estatal de Salud Pública que apareció por primera vez en 2011, se reactivó con la pandemia (2022) y parece que en el primer trimestre del 2025 podría crearse, y la ausencia de esta Agencia dificulta la coordinación nacional en vigilancia epidemiológica (crucial para detectar brotes tempranos) y la homogeneización de protocolos entre comunidades; a pesar de los discursos sobre su importancia, el gasto sanitario público destinado a AP, se ha incrementado solo ligeramente con respondo a los años prepandémicos, la financiación sigue sin alcanzar los niveles adecuados; desgaste profesional;  falta de reservas estratégicas; infraestructura digital limitada: Sistemas de datos no interoperables entre comunidades e incluso intracomunidades entre los diferentes ámbitos, ralentizando el análisis epidemiológico; marco legal ambiguo no actualizado; y un pacto de Estado sanitario que trascienda ciclos políticos y priorice la equidad, la prevención y la coordinación efectiva. En definitiva, para futuras crisis, fortalecer la AP no es una opción, sino una obligación estratégica”.  

Una sociedad científica de acción  

Al igual que las voces que hemos recogido en este reportaje, la semFYC cuenta con miles de especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria que se dejaron la piel desde que estalló la pandemia para cuidar a la población, pero también para recabar evidencia científica y transmitir sus conocimientos en sesiones on line, declaraciones en medios de comunicación, documentos de consenso o decálogos. Buena cuenta de ello dan los artículos sobre el covid-19 publicados en revistas, como este de Atención Primaria que recoge toda la labor llevada a cabo por la semFYC en los meses más intensos de la crisis sanitaria.  

Incluso, una vez pasado el primer año de la pandemia, el más complejo, la semFYC ha seguido abordando la covid-19 y reflexionando sobre el papel de la Atención Primaria en este ámbito. En este sentido, el que fue presidente de la semFYC Salvador Tranche; la actual presidenta Remedios Martín y el vocal de Investigación, Ignacio Párraga, publicaron un artículo especial en Revista Clínica de Medicina de Familia en el que subrayaban que “la Atención Primaria de nuestro país ha de renacer. Es fuerte, sus profesionales son versátiles y tienen un alto nivel de profesionalismo, pero son pocos en la actualidad, y el futuro se prevé aún más incierto" y destacaban: “Hemos percibido que hubiera un abordaje comunitario de la pandemia, y por eso debemos reclamar a las administraciones que escuchen a entidades de prestigio que insisten en apoyarse en la Atención Primaria para la gestión de la pandemia”.  

Nuestra sociedad científica también cuenta con la detallada publicación gratuita La semFYC en tiempos de covid: 2020-2021", en la que todos los Grupos de Trabajo aportaron, con gran premura y de forma altruista, todo el conocimiento acumulado acerca del coronavirus SARS-COV-2. Además, la organización recibió el reconocimiento de la Fundación Avedis Donabedian por su labor durante la pandemia.  

 

Una de las publicaciones singulares de 2020, en junio, fue un AMF especial, titulado “Más Atención Primaria, menos virus”, que recogió múltiples testimonios de médicos y médicas de familiar que versaron sobre temas clínicos pero también sobre salud mental, experiencias personales y un gran recopilatorio de imágenes representativas de la AP durante esa etapa de la pandemia.  

El director de AMF, el especialista en Medicina Familiar y Comunitaria Albert Planes, firmó el editorial de dicho número, en el que transmitía lo siguiente: “Los ciudadanos, ahora, como siempre, nos necesitan a su lado, próximos, accesibles, longitudinales… Necesitan, desean, vernos: no los defraudemos”. Y cinco años después de la emergencia sanitaria, de la incertidumbre y, a pesar de las complejas situaciones vividas, es posible afirmar que nunca defraudaron.