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Iñaki Martín Lesende: “El nivel de la Medicina de Familia en nuestro país es buenísimo. Necesitamos apoyo para seguir teniendo la AP que tenemos”
Fecha de publicación: 25 de enero de 2022
El pasado mes de diciembre Iñaki Martín Lesende fue elegido Médico de Familia 2021, reconocimiento otorgado por la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME). Miembro de la semFYC, su actividad se centra en la atención a los mayores, como demuestra su pertenencia al Grupo de Trabajo de Atención al Mayor, así como al Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud, PAPPS en los mayores. Lesende además es médico de familia en el Centro de Salud Indautxu; profesor del Departamento de Medicina de la UPV/EHU, en la Unidad Docente de Basurto; e investigador en diferentes proyectos en el campo de la práctica asistencial.
¿Qué significa ser el médico de familia de 2021?
Es uno de los premios que otorga la Academia Nacional de Medicina cada año. Había una serie de requisitos para presentarse: haber hecho al menos durante 30 años asistencia clínica asistencial; ser doctor; tener desarrollo profesional en competencias asistenciales como docencia o investigación…
¿Qué ha supuesto para ti a nivel personal?
Ya solo que mi Organización Sanitaria Integrada (OSI Bilbao-Basurto) me lo propusiera supuso una enorme satisfacción. Y conseguirlo, un gran reconocimiento a tanto esfuerzo que ha supuesto hacer algunas de estas actividades más allá de lo asistencial. Principalmente la tarea de investigación, porque la docencia se compagina con la clínica de manera más sencilla, pero compaginar investigación supone un esfuerzo extra que requiere mucho tiempo, invade tu vida personal y a veces es difícil de compatibilizar. Es una satisfacción que reconozcan que un médico de familia puede desarrollar estas competencias, porque es algo que se debería de facilitar.
¿Te ha pillado por sorpresa?
Confieso que aunque sabía que reunía los requisitos, lo presenté con bastante escepticismo, porque premios tan relevantes no son fáciles de ganar y hay gente muy buena en la Medicina de Familia. Así que sí, me llevé una grata sorpresa cuando me lo concedieron y un enorme orgullo de que se resaltara tanto mi experiencia en asistencia como en docencia, formación e investigación dentro de mi perfil.
Háblame de tu trabajo en investigación.
He tenido una larga proyección desde el principio, haciendo una investigación que ha surgido desde la asistencia en Atención Primaria y siempre con una aspiración práctica desde el campo en el que me manejo, que es la atención apersonas mayores en AP. Me interesaba una investigación que sirviera para la clínica y que despejara algunas incógnitas. Entre los últimos proyectos, la creación de un cuestionario de actividades instrumentales de la vida diaria: el cuestionario VIDA, que ha tenido una amplia validación en experiencias de investigación y en estrategias como la de fragilidad del Ministerio. Ahora estoy colaborando en un proyecto con la Universidad de Los Andes en Chile, donde han hecho una adaptación a su medio; y otro que consiste en la creación de un programa informático dirigido a los profesionales de AP, a la función de personas mayores y fragilidad en el que se facilita la valoración geriátrica integral.
Aún así, falta investigación en AP, ¿no?
Tradicionalmente hemos llegado a tener verdaderos referentes y expertos en este campo. Pero personalmente creo que el fomento de la investigación desde la AP está algo desamparado. Y digo desamparado, porque con la estructura que hay ahora de investigación, en el que se han creado los institutos de investigación, redes de investigación… falta ese emerger desde las UUDD, desde los propios centros de AP… que existía antes. Para investigar hoy en día tienes que integrarte en unas redes que complican la investigación. Es cierto que se puede uno integrar en los institutos de investigación, pero son estructuras complicadas. Por ejemplo, en casi todos los hospitales hay unidades destinadas a la investigación que no tenemos en AP. Echo de menos la investigación que emergía antes y que era de muy buena calidad.
¿Qué tiene que tener un médico para ser un buen médico de familia?
Realmente hay un montón de competencias asistenciales y no asistenciales que tenemos que desarrollar. Para ser un buen médico de familia, lo primero es cumplir esas habilidades asistenciales directas que es para lo que la mayoría nos hemos formado: atender a problemas de salud. Pero atender adecuadamente te lleva a que tengas que formarte en unas competencias más extra asistenciales. Por ejemplo las técnicas comunicacionales de la entrevista clínica, que es una herramienta básica en el día a día: un buen médico de familia tiene que tener esas dotes de relación no solo con los pacientes, sino con la comunidad; tiene que saber manejar la incertidumbre que muchas veces tenemos en la consulta; un nivel crítico con nuestra tarea y esa misma incertidumbre… todo eso en cuanto a la asistencia. Pero yo creo que por la amplitud que tenemos, la formación y continuidad de la misma a lo largo del tiempo es indispensable. Tenemos que saber trabajar en equipo, tener dotes docentes; y si se tiene interés por la investigación, apostar por ella.
El nivel de Medicina de Familia en nuestro país es muy bueno, realmente.
Es buenísimo. La pena es que no tengamos suficiente apoyo para seguir teniendo la AP que tenemos. La AP en nuestro país está claro que necesita un cambio, tiene que evolucionar para trabajar de otra manera, pero la base asistencial, de competencias, lo buenos que son la mayoría de los MF, todo eso hay que mantenerlo. Y hoy en día hay cierto desánimo. Es muy difícil hacer competencias extras que antes sí se hacían. El nivel es bueno y el reconocimiento de la sociedad, también. Y hay que seguir manteniéndolo, que cada vez parece que es un poco más a contracorriente.
Lo tenéis complicado ahora mismo…
Sí. Pero sobre todo en cuanto a perspectivas de cambio. Con toda la sobrecarga asistencial que estamos teniendo, con todo lo que estamos haciendo, los profesionales de los centros de salud seguimos dando el cayo. Se está trabajando a destajo, pero se está haciendo porque creemos que lo tenemos que hacer. Cuando tienes situaciones tan estresantes, piensas en la salida, que tiene que ser a mejor y tiene que llegar. Pero cuando estás en una situación tan límite, hay muchos profesionales que se desaniman; que no ven la AP como lo que es (estoy pensando en los residentes o los MIR cuando tienen que elegir especialidad) y eso es lo que más me afecta. Bueno, la sobrecarga asistencial nos afecta a todos y te vas a casa muchísimas veces, cansado o estresado. Pero lo que más me duele es ver el desánimo.
¿Cómo veis la situación desde el grupo de trabajo de Atención al Mayor?
Nuestro campo es uno de los que más tienen que cambiar en el modelo de AP. Ya no vemos enfermedades, vemos la funcionalidad de la persona; tenemos que saber de evaluación y síndromes geriátricos, la atención domiciliaria, los cuidados paliativos… y en la pandemia hemos comprobado que todos estos aspectos que estamos tratando desde hace tiempo, son esenciales. Se han tratado de poner algunos parches. De hecho, desde el Ministerio se elaboró un documento relacionado con el tema de fragilidad —por un grupo en el que estoy yo representando a semFYC— para seguir con el manejo de la fragilidad durante el covid.
Las personas mayores han sido el colectivo que más han sufrido la pandemia no solo por los contagios y las muertes, sino por los efectos colaterales. ¿Qué sería lo ideal?
Hemos trabajado en estrategias que se deberían mejorar. Como el tema de las residencias, que se ha hecho evidente; medidas de protección… Pero también insistir en que la actividad física es fundamental y estaba limitada durante lo peor de la covid. Igual que el soporte social que necesita una persona mayor. Activar alertas para detectar la vulnerabilidad de las personas; la soledad, que ha golpeado durante la pandemia especialmente a un alto porcentaje de personas que ya de por sí estaban en una situación compleja. Nos ha preparado para no descuidar las necesidades que tienen las personas mayores y la necesidad de tener unas estrategias y armas para que esto no vuelva a suceder.
Háblame de cómo ves el tema del uso de antibióticos como sistema preventivo en infecciones del tracto urinario en residencias, un tema que está tratando el proyecto europeo en el que participa la semFYC, HAPPY PATIENT.
Digamos que hay tres grandes estrategias que van a contribuir a que las personas mayores vayan a tener una mejor funcionalidad, es decir, una mejor calidad de vida. Una es la actividad física y el ejercicio físico, y no solo el aeróbico, sino también el ejercicio de fuerza y de equilibrio. Dieta y aspectos nutricionales, actividad preventiva que va a evitar muchos problemas. Y el tercer pilar, la medicación y en especial la polifarmacia: sabemos que la polifarmacia extrema les convierte en vulnerables. Habría que practicar la deprescripción; y especialmente en pautas antibióticas. Probablemente estamos prescribiendo antibióticos en situaciones que no lo requieran.
Como docente que eres, ¿crees que habría que incidir en la inclusión de Medicina de Familia en las facultades de Medicina?
Es básico. De hecho, algunas ya lo tienen. No puede ser que un estudiante de medicina no reciba una formación para el ámbito que va a ser prioritario y en el que se van a resolver más del 90% de los problemas. Debería estar dirigido a unas competencias más comunes, más variadas y tiene que tener su estructura. Una de las cosas que más me satisface cuando vienen los estudiantes al centro de salud a hacer las rotaciones es ver el entusiasmo de conocer lo que hace un médico de familia, con toda su amplitud asistencial. Y de la misma manera, me impacta que alguien no le haya explicado lo que se hace en los centros de salud. Por lo tanto, tiene que haber un programa para formar a los médicos en esta especialidad, que es peculiar.
El congreso de Sevilla ya está cerca. ¿Qué temas que le gustaría que estuvieran presentes?
Nosotros siempre barremos para casa y decimos que los temas del mayor tienen que estar presentes. Ya se ha hecho en congresos anteriores. Además, todo lo que sea plantearnos el modelo de trabajo de cambio de AP es fundamental y obviamente, el tema de una situación como la que estamos viviendo estos años debe tener un protagonismo. Creo que es importante que haya temas del mayor, de la mujer, y me gustan los temas estructurales, los que tratan qué estamos haciendo y hacia dónde tenemos que ir.
¿Qué significa ser el médico de familia de 2021?
Es uno de los premios que otorga la Academia Nacional de Medicina cada año. Había una serie de requisitos para presentarse: haber hecho al menos durante 30 años asistencia clínica asistencial; ser doctor; tener desarrollo profesional en competencias asistenciales como docencia o investigación…
¿Qué ha supuesto para ti a nivel personal?
Ya solo que mi Organización Sanitaria Integrada (OSI Bilbao-Basurto) me lo propusiera supuso una enorme satisfacción. Y conseguirlo, un gran reconocimiento a tanto esfuerzo que ha supuesto hacer algunas de estas actividades más allá de lo asistencial. Principalmente la tarea de investigación, porque la docencia se compagina con la clínica de manera más sencilla, pero compaginar investigación supone un esfuerzo extra que requiere mucho tiempo, invade tu vida personal y a veces es difícil de compatibilizar. Es una satisfacción que reconozcan que un médico de familia puede desarrollar estas competencias, porque es algo que se debería de facilitar.
¿Te ha pillado por sorpresa?
Confieso que aunque sabía que reunía los requisitos, lo presenté con bastante escepticismo, porque premios tan relevantes no son fáciles de ganar y hay gente muy buena en la Medicina de Familia. Así que sí, me llevé una grata sorpresa cuando me lo concedieron y un enorme orgullo de que se resaltara tanto mi experiencia en asistencia como en docencia, formación e investigación dentro de mi perfil.
Háblame de tu trabajo en investigación.
He tenido una larga proyección desde el principio, haciendo una investigación que ha surgido desde la asistencia en Atención Primaria y siempre con una aspiración práctica desde el campo en el que me manejo, que es la atención apersonas mayores en AP. Me interesaba una investigación que sirviera para la clínica y que despejara algunas incógnitas. Entre los últimos proyectos, la creación de un cuestionario de actividades instrumentales de la vida diaria: el cuestionario VIDA, que ha tenido una amplia validación en experiencias de investigación y en estrategias como la de fragilidad del Ministerio. Ahora estoy colaborando en un proyecto con la Universidad de Los Andes en Chile, donde han hecho una adaptación a su medio; y otro que consiste en la creación de un programa informático dirigido a los profesionales de AP, a la función de personas mayores y fragilidad en el que se facilita la valoración geriátrica integral.
Aún así, falta investigación en AP, ¿no?
Tradicionalmente hemos llegado a tener verdaderos referentes y expertos en este campo. Pero personalmente creo que el fomento de la investigación desde la AP está algo desamparado. Y digo desamparado, porque con la estructura que hay ahora de investigación, en el que se han creado los institutos de investigación, redes de investigación… falta ese emerger desde las UUDD, desde los propios centros de AP… que existía antes. Para investigar hoy en día tienes que integrarte en unas redes que complican la investigación. Es cierto que se puede uno integrar en los institutos de investigación, pero son estructuras complicadas. Por ejemplo, en casi todos los hospitales hay unidades destinadas a la investigación que no tenemos en AP. Echo de menos la investigación que emergía antes y que era de muy buena calidad.
¿Qué tiene que tener un médico para ser un buen médico de familia?
Realmente hay un montón de competencias asistenciales y no asistenciales que tenemos que desarrollar. Para ser un buen médico de familia, lo primero es cumplir esas habilidades asistenciales directas que es para lo que la mayoría nos hemos formado: atender a problemas de salud. Pero atender adecuadamente te lleva a que tengas que formarte en unas competencias más extra asistenciales. Por ejemplo las técnicas comunicacionales de la entrevista clínica, que es una herramienta básica en el día a día: un buen médico de familia tiene que tener esas dotes de relación no solo con los pacientes, sino con la comunidad; tiene que saber manejar la incertidumbre que muchas veces tenemos en la consulta; un nivel crítico con nuestra tarea y esa misma incertidumbre… todo eso en cuanto a la asistencia. Pero yo creo que por la amplitud que tenemos, la formación y continuidad de la misma a lo largo del tiempo es indispensable. Tenemos que saber trabajar en equipo, tener dotes docentes; y si se tiene interés por la investigación, apostar por ella.
El nivel de Medicina de Familia en nuestro país es muy bueno, realmente.
Es buenísimo. La pena es que no tengamos suficiente apoyo para seguir teniendo la AP que tenemos. La AP en nuestro país está claro que necesita un cambio, tiene que evolucionar para trabajar de otra manera, pero la base asistencial, de competencias, lo buenos que son la mayoría de los MF, todo eso hay que mantenerlo. Y hoy en día hay cierto desánimo. Es muy difícil hacer competencias extras que antes sí se hacían. El nivel es bueno y el reconocimiento de la sociedad, también. Y hay que seguir manteniéndolo, que cada vez parece que es un poco más a contracorriente.
Lo tenéis complicado ahora mismo…
Sí. Pero sobre todo en cuanto a perspectivas de cambio. Con toda la sobrecarga asistencial que estamos teniendo, con todo lo que estamos haciendo, los profesionales de los centros de salud seguimos dando el cayo. Se está trabajando a destajo, pero se está haciendo porque creemos que lo tenemos que hacer. Cuando tienes situaciones tan estresantes, piensas en la salida, que tiene que ser a mejor y tiene que llegar. Pero cuando estás en una situación tan límite, hay muchos profesionales que se desaniman; que no ven la AP como lo que es (estoy pensando en los residentes o los MIR cuando tienen que elegir especialidad) y eso es lo que más me afecta. Bueno, la sobrecarga asistencial nos afecta a todos y te vas a casa muchísimas veces, cansado o estresado. Pero lo que más me duele es ver el desánimo.
Cuando estás en una situación tan límite, muchos profesionales se desaniman; y no ven la AP como lo que es. Y eso es lo que más me afecta.
¿Cómo veis la situación desde el grupo de trabajo de Atención al Mayor?
Nuestro campo es uno de los que más tienen que cambiar en el modelo de AP. Ya no vemos enfermedades, vemos la funcionalidad de la persona; tenemos que saber de evaluación y síndromes geriátricos, la atención domiciliaria, los cuidados paliativos… y en la pandemia hemos comprobado que todos estos aspectos que estamos tratando desde hace tiempo, son esenciales. Se han tratado de poner algunos parches. De hecho, desde el Ministerio se elaboró un documento relacionado con el tema de fragilidad —por un grupo en el que estoy yo representando a semFYC— para seguir con el manejo de la fragilidad durante el covid.
Las personas mayores han sido el colectivo que más han sufrido la pandemia no solo por los contagios y las muertes, sino por los efectos colaterales. ¿Qué sería lo ideal?
Hemos trabajado en estrategias que se deberían mejorar. Como el tema de las residencias, que se ha hecho evidente; medidas de protección… Pero también insistir en que la actividad física es fundamental y estaba limitada durante lo peor de la covid. Igual que el soporte social que necesita una persona mayor. Activar alertas para detectar la vulnerabilidad de las personas; la soledad, que ha golpeado durante la pandemia especialmente a un alto porcentaje de personas que ya de por sí estaban en una situación compleja. Nos ha preparado para no descuidar las necesidades que tienen las personas mayores y la necesidad de tener unas estrategias y armas para que esto no vuelva a suceder.
Háblame de cómo ves el tema del uso de antibióticos como sistema preventivo en infecciones del tracto urinario en residencias, un tema que está tratando el proyecto europeo en el que participa la semFYC, HAPPY PATIENT.
Digamos que hay tres grandes estrategias que van a contribuir a que las personas mayores vayan a tener una mejor funcionalidad, es decir, una mejor calidad de vida. Una es la actividad física y el ejercicio físico, y no solo el aeróbico, sino también el ejercicio de fuerza y de equilibrio. Dieta y aspectos nutricionales, actividad preventiva que va a evitar muchos problemas. Y el tercer pilar, la medicación y en especial la polifarmacia: sabemos que la polifarmacia extrema les convierte en vulnerables. Habría que practicar la deprescripción; y especialmente en pautas antibióticas. Probablemente estamos prescribiendo antibióticos en situaciones que no lo requieran.
Como docente que eres, ¿crees que habría que incidir en la inclusión de Medicina de Familia en las facultades de Medicina?
Es básico. De hecho, algunas ya lo tienen. No puede ser que un estudiante de medicina no reciba una formación para el ámbito que va a ser prioritario y en el que se van a resolver más del 90% de los problemas. Debería estar dirigido a unas competencias más comunes, más variadas y tiene que tener su estructura. Una de las cosas que más me satisface cuando vienen los estudiantes al centro de salud a hacer las rotaciones es ver el entusiasmo de conocer lo que hace un médico de familia, con toda su amplitud asistencial. Y de la misma manera, me impacta que alguien no le haya explicado lo que se hace en los centros de salud. Por lo tanto, tiene que haber un programa para formar a los médicos en esta especialidad, que es peculiar.
El congreso de Sevilla ya está cerca. ¿Qué temas que le gustaría que estuvieran presentes?
Nosotros siempre barremos para casa y decimos que los temas del mayor tienen que estar presentes. Ya se ha hecho en congresos anteriores. Además, todo lo que sea plantearnos el modelo de trabajo de cambio de AP es fundamental y obviamente, el tema de una situación como la que estamos viviendo estos años debe tener un protagonismo. Creo que es importante que haya temas del mayor, de la mujer, y me gustan los temas estructurales, los que tratan qué estamos haciendo y hacia dónde tenemos que ir.