Actualidad
Ser Residente de Medicina Familiar y Comunitaria en tiempos de Coronavirus
Fecha de publicación: 15 de abril de 2020
Cuando comenzaron las noticias a principios de año sobre la aparición de un nuevo virus en un mercado de China, muy pocos imaginábamos las dimensiones que ésta infección alcanzaría. Al menos yo no, desde luego. Nos encontrábamos en el inicio de todo, cuando el coronavirus ocupaba sólo unos pocos minutos de las noticias. Recuerdo preguntar a los adjuntos: ‘a ver, yo tengo sólo 2 años y medio de experiencia cómo médica, vosotros que habéis vivido situaciones como la gripe A, la enfermedad ‘de las vacas locas’, ¿esto es igual?’. Todos me decían que sí, que al principio siempre había mucha histeria… que ya sabemos cómo son los medios… Al final pasará…
Día a día, el coronavirus iba ganando protagonismo en las noticias, contagios fuera de China, ahora el Norte de Italia también era zona de riesgo… La intranquilidad iba haciendo mella en el ambiente de trabajo. Fue cuando empezaron a aparecer los primeros contagios, en sitios muy aislados y posteriormente, en el momento que Madrid se consideró foco epidemiológico, cuando comenzaron a llegar los protocolos y cuando la incertidumbre se instaló de lleno en nosotros. Los nombres de los archivos iban creciendo ‘Protocolo COVID’, ‘Protocolo COVID 1’, ‘Protocolo COVID Def1’… al mismo tiempo que veíamos como lo hacía la tensión y el miedo.
Desde la Unidad Docente nos reubicaron a todos, rotatorios externos e internos quedan suspendidos. Sin saber por cuánto, ahora nos pausan a todos la formación y nos dejan a la espera. Porque las noticias que llegaban de otras comunidades eran dantescas. En Madrid todos los hospitales estaban ya colapsados, ¿qué pasaría cuando llegara a nosotros?
Los Centros de Salud se vaciaron, las salas de espera de Urgencias también. Empezamos a transformarnos según las exigencias de lo que vamos descubriendo del virus. Las cifras de fallecidos no paraban de crecer y, por salud mental, decidí dejar de ver las noticias, sólo una vez al día. Dos circuitos separados, medidas de seguridad, ¿dónde están los EPI? ¿Y las mascarillas?... Hasta los geles hidroalcohólicos comenzaron a escasear… En esos momentos, lo peor, no poder abrazar a tus compañeros después de un momento de tensión.
Pero, no íbamos a dejarnos ganar por el miedo, al menos no sin pelear.
Fuimos y somos prácticos: Conocemos a nuestros pacientes, somos sus médicas de familia, vamos a llamarlos para evitarles que vengan, les renovamos la medicación, charlamos y así vamos sondeando si pillamos algún caso y reforzamos el aislamiento.
Intentamos continuar nuestro trabajo, con la sensación muchos días de estar haciendo una medicina ‘de mentira’. Porque, como médicas de familia, jugamos con la incertidumbre mejor que nadie, pero ahora no podemos ni ver la cara a nuestros pacientes… Cuando tienes la más pequeña duda, llamas a su hijo, o a su vecino y le preguntas: ¿tú cómo lo ves? ¿Qué te parece? ¿Me lo traes? Ahora no hay nadie. Así, poco a poco, vamos viendo pasar los días, escuchando aplausos a las 8 de la tarde, viendo cómo en las ruedas de prensa los ministros y autoridades se siguen olvidando de nosotros, tanto de los Residentes cómo de los médicos de familia…
No sabemos qué pasará con nuestro futuro, si pasaremos de año de Residencia en mayo, si nos harán prórroga, si habrá contratos… No sabemos qué será normal cuando todo vuelva a la normalidad. Pero es cierto que, hay una pequeña esperanza, en los aplausos colectivos, en ofrecerte en el ascensor por si algún vecino necesita ayuda, las pequeñas tiendas que dejan carteles por si no te puedes desplazar, te llevan la compra…
La comunidad sigue presente y quizás, más que nunca. Quizás, ojalá, toda esta locura sirva para juntarnos no sólo a las 8 en los balcones, sino en otros escenarios, que creen lazos y redes, de las que formemos parte los Residentes y los médicos y médicas de Medicina Familiar y Comunitaria.
Asumpta Ruiz Aranda
Día a día, el coronavirus iba ganando protagonismo en las noticias, contagios fuera de China, ahora el Norte de Italia también era zona de riesgo… La intranquilidad iba haciendo mella en el ambiente de trabajo. Fue cuando empezaron a aparecer los primeros contagios, en sitios muy aislados y posteriormente, en el momento que Madrid se consideró foco epidemiológico, cuando comenzaron a llegar los protocolos y cuando la incertidumbre se instaló de lleno en nosotros. Los nombres de los archivos iban creciendo ‘Protocolo COVID’, ‘Protocolo COVID 1’, ‘Protocolo COVID Def1’… al mismo tiempo que veíamos como lo hacía la tensión y el miedo.
Desde la Unidad Docente nos reubicaron a todos, rotatorios externos e internos quedan suspendidos. Sin saber por cuánto, ahora nos pausan a todos la formación y nos dejan a la espera. Porque las noticias que llegaban de otras comunidades eran dantescas. En Madrid todos los hospitales estaban ya colapsados, ¿qué pasaría cuando llegara a nosotros?
Los Centros de Salud se vaciaron, las salas de espera de Urgencias también. Empezamos a transformarnos según las exigencias de lo que vamos descubriendo del virus. Las cifras de fallecidos no paraban de crecer y, por salud mental, decidí dejar de ver las noticias, sólo una vez al día. Dos circuitos separados, medidas de seguridad, ¿dónde están los EPI? ¿Y las mascarillas?... Hasta los geles hidroalcohólicos comenzaron a escasear… En esos momentos, lo peor, no poder abrazar a tus compañeros después de un momento de tensión.
Pero, no íbamos a dejarnos ganar por el miedo, al menos no sin pelear.
Fuimos y somos prácticos: Conocemos a nuestros pacientes, somos sus médicas de familia, vamos a llamarlos para evitarles que vengan, les renovamos la medicación, charlamos y así vamos sondeando si pillamos algún caso y reforzamos el aislamiento.
Intentamos continuar nuestro trabajo, con la sensación muchos días de estar haciendo una medicina ‘de mentira’. Porque, como médicas de familia, jugamos con la incertidumbre mejor que nadie, pero ahora no podemos ni ver la cara a nuestros pacientes… Cuando tienes la más pequeña duda, llamas a su hijo, o a su vecino y le preguntas: ¿tú cómo lo ves? ¿Qué te parece? ¿Me lo traes? Ahora no hay nadie. Así, poco a poco, vamos viendo pasar los días, escuchando aplausos a las 8 de la tarde, viendo cómo en las ruedas de prensa los ministros y autoridades se siguen olvidando de nosotros, tanto de los Residentes cómo de los médicos de familia…
No sabemos qué pasará con nuestro futuro, si pasaremos de año de Residencia en mayo, si nos harán prórroga, si habrá contratos… No sabemos qué será normal cuando todo vuelva a la normalidad. Pero es cierto que, hay una pequeña esperanza, en los aplausos colectivos, en ofrecerte en el ascensor por si algún vecino necesita ayuda, las pequeñas tiendas que dejan carteles por si no te puedes desplazar, te llevan la compra…
La comunidad sigue presente y quizás, más que nunca. Quizás, ojalá, toda esta locura sirva para juntarnos no sólo a las 8 en los balcones, sino en otros escenarios, que creen lazos y redes, de las que formemos parte los Residentes y los médicos y médicas de Medicina Familiar y Comunitaria.
Asumpta Ruiz Aranda
Residente tercer año MFyC, Huelva
Vocal de residentes semFYC
Vocal de residentes semFYC